11 de septiembre de 2014

San JUAN GABRIEL PERBOYRE. (1802-1840).


Martirologio Romano: En la ciudad de Wuchang, de la provincia Hubei, en China, san Juan Gabriel Perboyre, presbítero de la Congregación de la Misión y mártir, que, dedicado a la predicación del Evangelio según costumbre del lugar, durante una persecución sufrió prolongada cárcel, siendo atormentado y, al fin, colgado en una cruz y estrangulado.

Nació en Puech de Montgesty, Cahors (Francia), en el seno de una familia acomodada. Seis de sus hermanos eligieron la vida religiosa o sacerdotal. Ingresó en la Congregación de la Misión en el 1818 de Maontaubant, de donde pasó a París, donde estudió Filosofía y Teología, al mismo tiempo que enseñaba. En 1820 emitió sus votos; en 1923 fue a Montdidier para enseñar en aquel colegio. Aquí fue ordenado sacerdote en la capilla de las Hijas de la Caridad de la rue du Bac, donde cinco años más tarde se aparecería María Milagrosa a santa Catalina La Bouré.
Después de ser ordenado sacerdote (1825), enseñó teología en Saint-Fleury (1825-1835) en París y se dedicó a la formación de la juventud. Fue vicedirector del seminario interno de su Congregación. Durante estos años fue un gran admirador de Lamennais, del que se separó tras su apostasía. Recibió la noticia de la muerte de su hermano, misionero en China, y se ofreció para sustituirlo, así como el martirio de san Francisco de Régis Clet, pero su salud no era buena. Los médicos decidieron dejarle marchar y, en 1835, llegó a Macao. Después de vivir con sus hermanos portugueses, comenzó, con un veterano compañero una travesía de 900 Kms hasta Fukien. Sabía hablar el chino, y con la apariencia de un hombre chino, recorrió 1.300 Kms, y llegó a Nayang en 1836.
Sus primeros cuatro años transcurrieron en los departamentos de Houpe y de Honan donde había trabajado como misionero Francisco de Régis de Clet. Enfermó gravemente, pero se recobró. Se entregó por entero a sus comunidades, y a nivel personal tuvo una purificación interior a causa de los escrúpulos sobre su propia salvación, que supo superar y que le templaron el espíritu, gracias a una visión de Cristo en la cruz, a esto se le unió, el cansancio de los cristianos y de relajación. Las contrariedades externas (sospechas, rivalidades entre los misioneros, defeccioes y desafectos de los cristianos). 
En 1839, se desencadenó una persecución, al tiempo que estalló la guerra chino-británica llamada del “opio”. Fue detenido por la traición de un catecúmeno, que por 30 reales lo entregó a las autoridades. Encadenado y semidesnudo, debió aguantar cárceles, traslados, interrogatorios, tormentos. Le dieron bofetadas con cuero, palizas con cañas de bambú, lo tuvieron colgado varias horas por los pelos y los dedos, lo tuvieron arrodillado sobre cristales rotos muchas horas, le dieron a beber sangre de perro… Nada ahorró con él todo con el fin de hacerle apostatar, y así renegasen de su fe, las comunidades cristianas. Fue acusado de magia y de tener relaciones sexuales con vírgenes cristianas.
En el 1840, después de una larga prisión y muchas torturas, fue estrangulado en la cruz, por orden del emperador Tao-Kuang, por propagar “una secta abominable”. Lo asfixiaron tres veces y le dejaron morir en la última, en la Montaña Bermeja en Wuchang. Al morir, según cuenta testigos presenciales, una cruz luminosa apareció en el cielo. Está enterrado en la capilla de la iglesia de la Casa-Madre, en París.   
El asesinato de Juan Gabriel Perboyre dio al gobierno británico la ocasión para insistir sobre el cumplimiento a una cláusula del Tratado de Nanking, firmado en 1842, donde se acuerda que las autoridades chinas no debían ocuparse de procesar y castigar a un misionero extranjero que fuese detenido, sino entregarlo al cónsul de la nación a que perteneciera el reo, en la ciudad más próxima al lugar de la captura. Fue canonizado el 2 de junio de 1996 por SS. Juan Pablo II.  

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