Martirologio Romano: En Aosta, en los Alpes Grayos, san Grato, obispo.

Obispo de Aosta (451-502), sucediendo a san Eustasio. Durante su episcopado participó en la traslación de las reliquias del mártir de la Legión Tebana: san Inocencio, en la cual estuvieron presentes los obispos de Agauno y de Sión. Estuvo presente en el sínodo romano del 501, organizado por el rey Teodorico para proclamar la inocencia del papa san Símaco, acusado injustamente por algunos senadores romanos y también estuvo presente en otro sínodo romano del 502.
Su leyenda se asemeja mucha a la de san Mitrio de Aix. Se dice que había nacido en Esparta, en el seno de una noble familia; después de estudiar en Atenas se hizo monje. Para huir de la persecución del herético emperador de Oriente, dejó Constantinopla refugiándose en Roma donde fue acogido con todos los honores; el Papa lo nombró su consejero enviándolo a la corte de Carlomagno, para que lo persuadiese en intervenir en Italia contra el rey lombardo Desiderio.
De regreso a Roma, mientras oraba en la iglesia de Santa María de los Mártires, el ex Pantheón, tuvo una visión en la que se veía un gran valle abandonado a sí mismo; en el mismo momento el Papa tuvo un sueño en el que se aparecía un ángel que le ordenaba que enviase a Grato como obispo al valle de Aosta. En el valle, Grato desarrolló un gran trabajo misionero de conversión de sus habitantes, en lo que no faltó los milagros y sucesos sorprendentes y espectaculares. Después marchó a Jerusalén, con el monje san Jucundo, y también con sucesos milagrosos encontró la cabeza de san Juan Bautista que llevó a Aosta. San Jucundo, fue realmente su discípulo y le sucedió en el episcopado de Aosta. Se dice que fue decapitado y marchó con su cabeza en las manos. Es uno de los santos cefalóporos. Patrón de Aosta.
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