Josué. s. XIII. a. C. (Antiguo Testamento).
Martirologio Romano: Conmemoración de san Josué, personaje de la Biblia, hijo de Nun, siervo del Señor, que al recibir la imposición de manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos, 1, 1).
Varón casto, hijo de Nun. Aparece por primera vez en el libro del Éxodo, con motivo de la batalla de Refidín, en la que los israelitas vencieron a los amalecitas (Ex 17, 8-15). Tuvo el privilegio de acompañar a Moisés a lo alto del monte en el que Dios revela su voluntad (Ex 24,13). En otro momento será testigo, en la tienda de Moisés, como Dios hablaba con él (Ex 33, 11). Moisés le cambió su nombre de Hosea por el de Josué para subrayar su misión en la tierra de Canaá. Es el hombre que creyó en las promesas de Dios, y con Caleb, pacificó un motín de israelitas que querían volver a Egipto (Nm 13 y 14).
Fue el hombre que sucedió de Moisés y encargado de la misión de hacer entrar a los israelitas en la Tierra Prometida, luchando con valentía y fiel a la palabra de la Ley (Jos 1, 6). Pasó el Jordán que significó la libertad sin retroceso. Conquistó Jericó (Jos 6, 1-16), símbolo del poder de la confianza en Yahvé, así como cuando detuvo el sol en Gabaón (Jos 10, 10-15). En Siquem renovó el pacto solemne con Dios (Jos 24) y que marcará la tradición de Israel. Fue el primer juez de los judíos.
San Terenciano de Todi. M. 118.
Terenciano se convirtió gracias a la fe que veía en los primeros cristianos que llegaron a la ciudad de Todi, Italia. Llegó a ser obispo de Todi. Muchos paganos se convirtieron a la fe de Cristo por su celo pastoral. La envidia de los sacerdotes paganos hacia él, crecía de día en día. Por eso, llevados por su envidia y enfurecidos las numerosas conversiones, lo denunciaron al emperador Adriano.
Por orden del procónsul Licinio, fue atormentado en el potro y con escorpiones; mientras se le iba la vida, repetía: "Señor, sean confundidos los que adoran a dioses falsos y se glorían de sus ricas imágenes". Y sucedió que un sacerdote pagano quedó ciego y los templos se cayeron al suelo. Entonces el santo volvió a decir: "Gloria a ti, Jesús bendito, que colmas de bendiciones a quienes creen en ti".
El juez le preguntó: ¿Dónde está tu Dios? Y Terenciano contestó: "Está conmigo y si tú creyeras en él, encontrarías misericordia". Enfurecido, el juez mandó que le cortaran la lengua, y luego le degollaron.
Santos Vicente y Leto. M. 253.
Visión de sta. Máxima |
El anterior Martirologio Romano decía: “En la Hispania Cartaginense, memoria de los santos Vicente y Leto, mártires”.
Contradictorias y sumamente confusas son las noticias que se tienen de los santos Vicente y Leto. Algunos autores les suponen franceses, diciendo, que Vicente, obispo, y Leto, presbítero, fueron apóstoles del Occidente, y que murieron martirizados, en cuya última circunstancia todos los escritores convienen. Pero otros autores, y son los más, aseguran que nacieron en la ciudad de Toledo, y que padecieron martirio en su misma patria en el siglo III o IV. Según la carta del rey Silo a Cixia, fueron hermanos gemelos naturales de Toledo y martirizados en Libisosa, hoy Lezuza (Albacete), Campo de Montiel, por Apolinar de orden de Daciano, en 305; la versión más extendida es que murieron en el 253 durante la persecución de Decio. El rito mozárabe los venera desde los más remotos tiempos. En la parroquia de Lezuza, hay unas pinturas barrocas que hacen referencia a estos dos santos, representando su martirio o la aparición que le hicieron a san Máxima revelándole el lugar donde se encontraban sus cenizas.
En la ciudad de francesa de Xaintes se le venera como su primer obispo y Leto habría sido su diácono. Posiblemente Vicente sea un desdoblamiento de san Vicente de Dax, o al revés. La cuestión es que en el actual Martirologio no aparecen.
San Sixto de Reims. M. c. 300.
Martirologio Romano: En Reims, de la Galia Bélgica, san Sixto, considerado primer obispo de esta ciudad.
Primer obispo de Reims (290-300); fue enviado desde Roma, antes de establecer su sede en Reims, la situó en Soissons.
Santa Verena. s. IV.
Martirologio Romano: En Zurzach (hoy Zurich), junto al Rin, en la región de los tigurinos de Germania, santa Verena.
Nació en el Alto Egipto, bautizada, marchó hacia el Bajo Egipto donde se unió a la Legión Tebana cristiana, con la cual llegó a Italia. Con ella llegó a Milán, mientras la Legión Tebana prosiguió, siendo masacrada en Agauno (Suiza), por odio a la fe cristiana.
Cuando Verena se enteró del martirio se fue a Agauno para venerarlos y se estableció en Soletta, donde habitó con un hombre, pero, para ejemplo de todas las mujeres, fue un ejemplo de ascesis y virginidad; de allí marchó a Coblenza y después a Zurzach (Suiza), donde encontró una iglesia cristiana donde permaneció hasta su muerte.
Vivió realizando el ideal cristiano de la virtud y del amor al prójimo, dando de comer al prójimo y curando a los leprosos. Su tumba fue centro de culto, y es el testimonio de los primeros pasos del cristianismo en Suiza.
San Vicente de Dax. s. IV.
Martirologio Romano: En Dax, de Aquitania, san Vicente, celebrado como obispo y mártir.
También es conocido como san Vicente de Sentes o Xaintes, que fue el primer obispo de Dax. No se tienen ninguna noticia de su pasión o martirio. En el siglo VIII apareció en un manuscrito como el fundador de la diócesis en los siglos III o IV. Es venerado como el patrón de Dax en el sur de Francia y también se le venera en Auch.
San Constancio de Aquino. M. c. 570.
Martirologio Romano: En Aquino, del Lacio, en Italia, san Constancio, obispo, cuyo don de profecía elogia el papa san Gregorio I Magno.
Obispo de Aquino, siendo papa Juan III; aparece en los Diálogos de san Gregorio Magno que le atribuyó grandes honores, entre ellos el don de profecía.
San Lupo de Sens. M. 623.
Martirologio Romano: En Sens, de Neustria, san Lupo, obispo, que fue desterrado por haber dicho ante un jerarca local que convenía al pueblo ser regido por un sacerdote y obedecer a Dios antes que a los príncipes.
Nació en Orleans en el seno de una familia noble. Hijo de santa Agia. Monje de Lerins. En el 609 fue nombrado obispo de Sens. Clotairo, rey de los francos, entrando en Borgoña, envió a su senescal contra los habitantes de Sens, éste sitió la ciudad. Lupo, hizo repicar la campana de la iglesia de San Esteban. Los sitiadores, oyendo ese sonido, sintieron tal pánico, que pensaron que no podrían escapar a la muerte, y emprendieron la huida. Habiéndose finamente apoderado de la Borgoña, Clotario envió a Sens a otro senescal. Como Lupo no acudió a su presencia llevándole presentes, lo difamó ante el rey, y éste lo envió al exilio. Allí, Lupo se destacó por su doctrina y milagros. Los habitantes de Sens pidieron al rey que llamara a san Lupo del exilio. Cuando Clotario se encontró ante aquel hombre paciente y mortificado, se sintió tan conmovido que se prosternó a sus pies solicitando su perdón. Colmándolo de presentes, lo restableció en su sede, pero ya había muerto. En el 614, asistió al sínodo de París. Su vida está plaga de leyendas fantásticas.
Egidio era español y junto con el italiano Arcano, llegaron al valle del río Tíber, y en una de sus riberas, construyeron su eremitorio, custodiando unas reliquias que habían llevado del Santo Sepulcro de Jerusalén. Su fama fue atrayendo a la gente, hasta que se convirtió en un pueblo: Sansepolcro, y antes en una abadía benedictina (después camaldulense). Vivieron bajo la regla benedictina. No existe un reconocimiento eclesiástico oficial de su culto, pero fueron citados en la bula de erección de la diócesis de Sansepolcro en 1520. Aparecen como santos en la “Bibliotheca Santorum” (vol. II, coll. 374-375).
Santa Colomba (1100-1116).
Nació en Pagliara (Teramo, Italia). Condesa de Pagliara y hermana de san Berardo, obispo de Téramo. Se retiró siendo muy joven en el eremitorio que estaba en la ladera del monte Infornace (Gran Sasso) Brancastello donde murió con 16 años. Su hermano san Berardo erigió una capilla en dicho lugar.
San Gil de Casayo. M. 1203.
Se dice que era originario del Bierzo. Monje que fue formado por san Florencio en Carracedo. Abad cisterciense del monasterio de San Martín de Castañeda, en Astorga. Parece que tuvo la oposición de un grupo de monjes portugueses, que nombraron otro abad. A causa de esto, abandonó el monasterio para adoctrinar a los feligreses de Santa Cruz de Casayo. Harto de la gente se retiró, junto a otros dos monjes: Pedro y Mamés, a una ermita no lejos del lago Sanabria, allí fue alimentado por una cierva. Su compañero en una pared dejó escrita su vida, pero ésta se ha perdido.
El Martirologio Romano anterior decía: “En Casayo, en la diócesis de Astorga, san Gil, monje de Carracedo y abad de San Martín de Castañeda, que terminó sus días como eremita”. Ha desaparecido referencia en al actual Martirologio y ello quizás porque pueda que sea un desdoblamiento del eremita san Gil, ya que la iconografía y algunos elementos de ambas leyendas parecen calcados, aunque lo esencial de ambas biografías hacen suponer que son dos personas distintas.
Arturo. Beato. M. 1282.
Muy poco se conoce de este santo, que se mencionan en crónicas de la Orden Trinitaria con título de Beato. El martirologio cristiano, ni los Bolandistas (grupo estudioso y crítico de las leyendas de los santos), ni ningún otro santoral lo conoce. Su fiesta se celebra el día 1 de septiembre, fecha en que, según estas crónicas, fue su martirio.
Nació en Irlanda, (tierra de mártires y santos, que ha dado mucha gloria a Dios, a través de los siglos, por la integridad y el vigor de su fe), y que, en tiempos de Arturo, había aumentado mucho la vitalidad católica, pero muchos cristianos padecían por la persecución de piratas sarracenos, que los capturaban para ser esclavos.
Ante esto, Arturo entró en la Orden Trinitaria, dedicada a la liberación de cristianos y la predicación del Evangelio. Partió a Oriente a rescatar a los fieles que estaban prisioneros. Es casi seguro, según las crónicas de la Orden, que visitó los Lugares Santos. Se sabe que estuvo en Babilonia, si bien se ignora si vivió mucho tiempo en ella. A los discípulos del Corán se les hizo pesada su presencia, por su fe, caridad, ardiente predicación y fue hecho prisionero en Babilonia y quemado vivo, por odio a la fe y a la doctrina de nuestra Religión.
A raíz de haber obtenido fray Arturo la palma del martirio, se difundió su veneración rápidamente por amplias regiones. Y ha sido y es grande la devoción que en muchas partes se le tiene, desde el siglo XIII.
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