Martirologio Romano: En Parma, ciudad de la Emilia, en Italia, beata Eugenia Picco, virgen, de la Congregación de las Pequeñas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, que, entregada al cumplimiento de la voluntad de Dios, promovió la dignidad de la mujer y se dedicó a la formación de las religiosas.

Con 20 años ingresó en las Pequeñas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, huyendo de su casa en 1887, siendo inmediatamente acogida por el fundador el venerable Agustín Chieppi. En 1894 realizó su profesión perpetua. Fue humilde, fiel y generosa, se entregó sin reservas a las alumnas del colegio de las que era maestra de música, canto y francés; también fue maestra de novicias, archivera del convento, secretaria general y consejera. En 1911 fue elegida superiora general y no abandonó el cargo hasta su muerte. Durante su mandato fue siempre una madre para todas las hermanas. Organizó la nueva fundación siendo fiel a las directrices del fundador. Se preocupó por los más pobres y desvalidos y por los desheredados que generó la I Guerra Mundial. Fue una mujer de oración y en ella vivió su santidad. De salud débil, con un cuerpo consumido por una tuberculosis ósea, en 1919, la tuvieron que amputar la pierna derecha. Eugenia se ofreció, por los demás, siempre sonriente. Murió con fama de santidad. El 7 de octubre del 2001, Juan Pablo II la proclama beata.
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