Martirologio Romano: En Nagasaki en Japón, santos mártires Jaime Kushey Gorobioye Tomonagua, sacerdote de la Orden de Predicadores, y Miguel Kurobjioye, condenados a muerte por Cristo bajo el comandante supremo Tokugawa Yemitsu.

A partir de su ordenación sacerdotal en 1626, trabajó en la isla de Formosa y, en 1632, tras un viaje de cinco meses de contratiempos y peligros, llegó al Japón. Vestido de japonés y armado de una catana, fue en busca del padre san Domingo Ibáñez. Sólo pudo ejercer el ministerio durante un año, pues en julio de 1633 fue apresado y encarcelado en la cárcel de Ômura. Desde aquí fue llevado por las calles de Nagasaki hasta la colina, teniendo por compañero a un misionero agustino, al catequista Miguel Kurobjioye y nueve cristianos japoneses. Fue puesto en la horca y murió después de cincuenta horas de tormento en que no dejó de alabar a Dios. Su cuerpo fue pasto de las llamas.

Sometido a tormento y vencido por el dolor, reveló ante las autoridades el lugar donde estaba escondido el padre Jaime, pero se negó a apostatar de su fe cristiana y manifestó ante los jueces su profundo pesar por haber revelado el escondite de su padre espiritual. Fue condenado a la horca y a la hoya, expiró después de ser bendecido por el padre Jaime, y mostró la alegría de unirse a los dolores de Cristo en la Cruz, después de sufrir 50 horas, sus cuerpos fueron quemados y sus cenizas fueron esparcidas en el mar.
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