Martirologio Romano: En Homs en Siria, san Simeón, conocido como el Loco, que, movido del Espíritu Santo, deseó ser tenido por loco por Cristo y despreciado entre los hombres. Junto a él se conmemora a san Juan, eremita, que fue compañero de san Simeón durante cerca de treinta años en la peregrinación y en el eremo en el lago de Mareótide en Egipto.
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Simeón el Loco |
Simeón nació en Emesa de Siria. Era muy joven cuando abandonó a su madre y en compañía de un amigo llamado Juan de Edessa, visitó los Santos Lugares. En su viaje encontraron muchos ermitaños y decidieron imitar su vida sin tardanza. Estuvieron primero en un monasterio cerca de Jericó. Después atravesaron el Jordán, en busca de mayor soledad, y se establecieron al oriente del mar Muerto. Cada uno construyó una laura, distinta una de otra, para no importunarse en sus oraciones.
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Juan de Edessa |
Después de 30 años de vida anacoreta, Simeón se sintió impelido a dejar aquellos parajes y volver al mundo para trabajar directamente en la salvación de las almas. Se separó de su amigo y regresó a su ciudad natal. Al pasar por Jerusalén meditó largamente ante el Santo Sepulcro sobre su orgullo y amor propio. Se presentó un día, pobremente vestido, para humillarse ante su antiguo compañero, el obispo Alejandro. "Veo tu soberbia asomarse por los agujeros de tu manto", le dijo Alejandro. Para cortar de raíz este peligro se rodeó de payasos, prostitutas, mendigos, desechos de la sociedad, y siempre riéndose de todo y de todos, predicando un cielo donde destacaba la comicidad del ser humano. Sus bromas, chistes desconcertantes y tremendos, hicieron que todos le llamen "salo" -loco- Todo lo transformaba en caricatura, y les hacía ver que los conceptos de Dios eran mucho más altos y elevados que lo que el propio hombre veía.
El Martirologio Romano dice de él: "Se hizo necio por Cristo, pero Dios reveló con milagros su alta sabiduría". San Juan Climaco decía que el orgullo del espíritu es la bestia más feroz de los desiertos. Por eso Simeón trató de encubrir su virtud bajo el velo de la locura.
Vocaciones como la de Simeón no son tan extrañas en Oriente. En Rusia, por ejemplo, se conoce la vocación de "yurodivini", o loco por Cristo, por la cual un cristiano se consagra al evangelio sin omitir las paradojas y contradicciones que semejante compromiso encierra.
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