Vigilante.
Martirologio Romano: En Trento, en el territorio de Venecia, san Vigilio, obispo, que, habiendo recibido de san Ambrosio de Milán las insignias de su cometido y una instrucción pastoral, se esforzó por consolidar en su región la tarea de evangelización y por extirpar a fondo lo que quedaba de idolatría. Se asegura que consumó su martirio por el nombre de Cristo, golpeado a muerte por hombres crueles.
Patricio romano que estudió en Atenas y se estableció en Trento; obispo de Trento. Mantuvo correspondencia con san Ambrosio de Milán, a quién le pidió consejo para la evangelización de la región que abarcaba su diócesis. San Ambrosio, obispo de Milán, tenía en aquella época tenía la autoridad sobre todo el norte de Italia: en el momento del nombramiento de Vigilio (último decenio del siglo IV) el papa es san Siricio, enérgico defensor del primado de Roma sobre toda la comunidad cristiana. (En aquella época, escribió al obispo de Tarragona, afirmando: “El apóstol Pedro en persona sobrevive en el obispo de Roma”). Aunque dejó que Ambrosio se encargara del norte de Italia, donde la estructura cristiana esta bastante consolidada. Vigilio, era el tercer obispo de Trento; parte importante de su territorio está sin evangelizar. Le falta personal preparado, así que le pidió a Ambrosio que le enviase misioneros eficaces. Ambrosio los encuentra y se los envía. Son orientales, de Capadocia (región de la actual Turquía), osea de un área que estaba dando a la Iglesia apóstoles y maestros. Llegaron al Trentino estos tres santos orientales: Sisinio, Martirio y Alejandro su hermano.
El obispo Vigilio les confió la predicación en el Val di Non. La evangelización debía hacerse con la Palabra, la vida a través del ejemplo, la amistad y la caridad sin distinción. Los tres fueron eficaces y a este modo de evangelización unieron que socorrieron a todos, fueron amigos de todos y acogieron a todos en la casa que contruyeron. Después de 10 años sobrevino la crisis: el martirio de los tres misioneros.
Vigilio recogió sus restos; aún más ante la tragedia, su estilo de evangelizador no cambia. Honrados los mártires, se opuso resueltamente al castigo de los culpables: los perdonó y después pidió en persona la gracia al emperador Honorio (que en aquella época era un muchacho y en su nombre gobernaba el general Estilicón). Su gesto pastoral lo resume en una carta “venceré sucumbiendo”. Mandó parte de las reliquias de los mártires a Constantinopla, que las recogió san Juan Crisóstomo; y a Milán donde las recibió san Simpliciano sucesor de san Ambrosio.
No sabemos como murió Vigilio un relato tardío, que habla de martirio, no convence a los estudiosos. Una leyenda del martirio dice que se le mató a golpes de zueco en la Val Rendana por los paganos, adoradores de Saturno, al haber derribado una estatua del dios. Otras versiones dicen que murió por el golpe de un zueco dado por una mujer. Maestro espiritual de san Remedio de Trento. Sus restos están en la catedral de Trento. Patrón de Trento.
Patricio romano que estudió en Atenas y se estableció en Trento; obispo de Trento. Mantuvo correspondencia con san Ambrosio de Milán, a quién le pidió consejo para la evangelización de la región que abarcaba su diócesis. San Ambrosio, obispo de Milán, tenía en aquella época tenía la autoridad sobre todo el norte de Italia: en el momento del nombramiento de Vigilio (último decenio del siglo IV) el papa es san Siricio, enérgico defensor del primado de Roma sobre toda la comunidad cristiana. (En aquella época, escribió al obispo de Tarragona, afirmando: “El apóstol Pedro en persona sobrevive en el obispo de Roma”). Aunque dejó que Ambrosio se encargara del norte de Italia, donde la estructura cristiana esta bastante consolidada. Vigilio, era el tercer obispo de Trento; parte importante de su territorio está sin evangelizar. Le falta personal preparado, así que le pidió a Ambrosio que le enviase misioneros eficaces. Ambrosio los encuentra y se los envía. Son orientales, de Capadocia (región de la actual Turquía), osea de un área que estaba dando a la Iglesia apóstoles y maestros. Llegaron al Trentino estos tres santos orientales: Sisinio, Martirio y Alejandro su hermano.
El obispo Vigilio les confió la predicación en el Val di Non. La evangelización debía hacerse con la Palabra, la vida a través del ejemplo, la amistad y la caridad sin distinción. Los tres fueron eficaces y a este modo de evangelización unieron que socorrieron a todos, fueron amigos de todos y acogieron a todos en la casa que contruyeron. Después de 10 años sobrevino la crisis: el martirio de los tres misioneros.
Vigilio recogió sus restos; aún más ante la tragedia, su estilo de evangelizador no cambia. Honrados los mártires, se opuso resueltamente al castigo de los culpables: los perdonó y después pidió en persona la gracia al emperador Honorio (que en aquella época era un muchacho y en su nombre gobernaba el general Estilicón). Su gesto pastoral lo resume en una carta “venceré sucumbiendo”. Mandó parte de las reliquias de los mártires a Constantinopla, que las recogió san Juan Crisóstomo; y a Milán donde las recibió san Simpliciano sucesor de san Ambrosio.
No sabemos como murió Vigilio un relato tardío, que habla de martirio, no convence a los estudiosos. Una leyenda del martirio dice que se le mató a golpes de zueco en la Val Rendana por los paganos, adoradores de Saturno, al haber derribado una estatua del dios. Otras versiones dicen que murió por el golpe de un zueco dado por una mujer. Maestro espiritual de san Remedio de Trento. Sus restos están en la catedral de Trento. Patrón de Trento.
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