Martirologio Romano: En la isla de lona, en Escocia, san Egberto, presbítero y monje, que se ocupó con dedicación a evangelizar varias regiones de Europa y, ya anciano, reconcilió a los monjes de lona con el uso romano del cómputo pascual, celebrando su Pascua eterna al término de la Misa de la solemnidad.
Nació en Northumbría (reino anglosajón fundado en el 605 uniendo los dos reinos de Bernicia y Deira), e ingresó en la vida monástica en Lindisfarne o Isla Santa, (islote de Gran Bretaña, en el Mar del Norte; en el siglo VII se establecieron los misioneros provenientes de la abadía de Iona), después queriendo tener la superior cultura de los irlandeses y con el deseo de perfección en su estado monástico, emigró a Irlanda ingresó en el monasterio de Rathmelsigi en Connaught, y que luego se llamó Mellifont.
Durante una epidemia de peste, enfermó de esta enfermedad, entonces hizo voto de que si sanaba, no regresaría más a su tierra natal, y que recitaría todos los días todo el Salterio y ayunaría un día a la semana durante toda su vida. Al sanar, fue ordenado sacerdote; fue un profundo conocedor de las Escrituras y esto le hizo famoso y numerosos estudiantes llegaban a su escuela, provenientes de toda Inglaterra. Allí preparó a diversos grupos de monjes para la misión alemana de Frigia y él mismo también partir para esta misión, para ello alquilaron una nave, a pesar que un monje de Melrose lo desanimó para que abandonase el proyecto y le dijo que fuera a Iona (o Icolmkill, isleta de Escocia (condado de Aegyll) del grupo de las Hebridas, centro de la expansión misionera del cristianismo entre los escoceses; en el 563, san Columbano fundó allí un monasterio, que en el siglo XIII, pasó a los benedictinos). En el momento del embarque, una tempestad destruyó la embarcación y Egberto comprendió que era la voluntad de Dios que no se fuera; en su lugar envió, en dos tiempos distintos, a san Wigberto y después a san Willibrordo, cada uno con un grupo de compañeros.
Durante una epidemia de peste, enfermó de esta enfermedad, entonces hizo voto de que si sanaba, no regresaría más a su tierra natal, y que recitaría todos los días todo el Salterio y ayunaría un día a la semana durante toda su vida. Al sanar, fue ordenado sacerdote; fue un profundo conocedor de las Escrituras y esto le hizo famoso y numerosos estudiantes llegaban a su escuela, provenientes de toda Inglaterra. Allí preparó a diversos grupos de monjes para la misión alemana de Frigia y él mismo también partir para esta misión, para ello alquilaron una nave, a pesar que un monje de Melrose lo desanimó para que abandonase el proyecto y le dijo que fuera a Iona (o Icolmkill, isleta de Escocia (condado de Aegyll) del grupo de las Hebridas, centro de la expansión misionera del cristianismo entre los escoceses; en el 563, san Columbano fundó allí un monasterio, que en el siglo XIII, pasó a los benedictinos). En el momento del embarque, una tempestad destruyó la embarcación y Egberto comprendió que era la voluntad de Dios que no se fuera; en su lugar envió, en dos tiempos distintos, a san Wigberto y después a san Willibrordo, cada uno con un grupo de compañeros.
En el 716, marchó a Iona y aquí pasó los últimos trece años de su vida, dedicado en convencer a los monjes que adoptasen los usos romanos, y lo consiguió el día de su muerte (que fue la primera vez que en Iona se celebró la Pascua según la liturgia romana). Fue un monje humilde, manso, sencillo y justo. Murió con 90 años en Iona, el día de Pascua.
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