Bien en la casa.
Abad de la abadía de la Santísima Trinidad de Cava (Salerno, Campania) (1171-1194), sucedió a san Marino. Su gobierno fue importantísimo ya que coincide con el periodo de mayor explendor de esta abadía. Fue un hombre devoto, prudente y un excelente pastor. En 1172 asistió al rey de Sicilia Guillermo II el Bueno que había enfermado en Salerno, éste en agradecimiento, en 1176, puso a disposición de la Congregación de Cava, un monasterio había terminado de construir en Monreale, el abad envió a Sicilia un centenar de monjes para habitarlo.
Dos años después embarcó en la nave del monasterio (en esto se ve la importancia de la abadía) para visitar las casas de la Congregación, en esta ocasión, el rey Guillermo II puso bajo su protección la Congregación de Cava, y en particular la abadía de la Santísima Trinidad, dando al abad la facultad de crear vasallos. El rey de Jerusalén Balduino IV, en 1181, concedió a la nave de Cava el derecho de atracar en cualquier puerto del Levante, concediéndole plena libertad de exportación e importación sin tener que pagar aranceles.
En 1182, el rey Guillermo resolvió a favor de la abadía en la disputa con el obispo de Salerno, Nicolás, sobre la posesión del puerto de Vietri. Benincasa hospedó en su abadía al antipapa Inocencio III para que hiciera penitencia; los obispos deseaban tener en sus diócesis a los monjes cavenses por el gran bien que realizaban; los papas concedieron una autonomía espiritual a los abades de Cava, de forma que su jurisdicción se extendía sobre tierras e iglesias que le eran donadas, dando cuentas solamente a los papas; la abadía fue un centro importantísimo para los papas, de la cual se podían fiar completamente. Benincasa murió después de 23 años de gobierno, fue sepultado en la cripta de Arsicia y en 1675 sus reliquias fueron trasladas en la capilla de los Santos Padres. El título de beato fue confirmado por Pío XI el 16 de mayo de 1928.
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