Habacuc. s. VII a. C. (Antiguo Testamento).
Martirologio Romano: Conmemoración de san Habacuc, profeta, el cual, ante la iniquidad y violencia de los hombres, anunció el juicio de Dios, pero también su misericordia, diciendo: El justo vivirá por su fe.
Predijo la ruina de Judá. Iterpeló a Dios sobre la justicia que no aparecía en la vida, donde los hombres se dividían en opresores y oprimidos. La promesa de abolir el mal en el pueblo elegido a través de una nación más impía, los babilonios, no resuelve el problema, como tampoco lo resuelve la segunda respuesta sobre el “justo que vivirá por su fidelidad” (2, 4). La importancia de Habacuc estriba en plantear a Dios problemas candentes existenciales, anticipando en algún modo la disputa de Job.
San Pimenio de Roma. s. III/IV.
Martirologio Romano: También en Roma, en el cementerio de Ponciano, en la vía Portuense, san Pimenio, fue presbítero y mártir.
La tradición ha asociado el nombre de Juan, el sacerdote que rescató el cuerpo de santa Bibiana con el de san Pimenio, quien fue tutor de Juliano el Apóstata antes de que éste abandonase la Iglesia. Cuando Juliano empezó a perseguir a los cristianos, Pimenio huyó a Persia. Más tarde, volvió a Roma y encontró en la calle al emperador. Este exclamó al verle: «¡Gloria sea dada a mis dioses y diosas por veros de nuevo!» El santo replicó: «¡Gloria sea dada a mi Señor Jesucristo, el nazareno que fue crucificado, porque no os he visto en mucho tiempo!» Juliano mandó que le arrojasen al punto al Tíber.
Como lo ha demostrado Delehaye, esta leyenda procede de fábulas hagiográficas ligeramente más antiguas, en particular, que las relacionadas con la vida de los santos Juan y Pablo. Lo cierto es que con él ha quedado representado un mártir romano realmente venerado desde antiguo, de los siglos III o IV, cuya tumba se halla en el cementerio de Ponciano.
Nació en la noble familia de los Marsi, en la diócesis de Marsi; se educó en Montecasino donde ingresó como monje. En el 1059, fue creado cardenal diácono de Santa Ágata y poco tiempo después cardenal presbítero de San Ciriaco en Termis; en el 1087, sucedió al futuro papa san Víctor III, como abad de Montecasino. Fue poeta y protector de los estudiosos, hizo de mediador entre los cruzados y el emperador griego Alexio.
Se desconocen detalles anteriores a su ingreso en la Orden cisterciense, como monje, en el monasterio de Crista, Lyon, Francia, en donde destacó por su vida plena en virtudes. Fue contemporáneo de san Bernardo de Claraval y, a ejemplo de éste, organizó a las primeras generaciones de su Orden. Fue enviado por su abad Guillermo a un monasterio en Matallana, Valladolid, que Alfonso VIII de Castilla había donado las tierras. En 1174 ya era abad de la nueva fundación. Realizó una vasta misión mediante el aumento de vocaciones, que eran formadas en la piedad y el estudio; con ello fortaleció la fe en numerosas comunidades. El abad era reconocido por su santidad y permaneció en su abadía durante diez años, donde destacó por su fructífera labor hasta su muerte. A su sepulcro acudían numerosos fieles que le atribuían hechos milagrosos e iniciaron su culto inmemorial. Sobre su vida se conservan muy pocos datos.
Nació en Palencia y era hija de Alfonso VIII de Castilla y de Leonor Plantagenet. En 1200 se casó con el futuro rey de Francia, Luis VIII. Fue una mujer excepcional. Fue esposa y madre modelo, y fue ella quién infundió su educación cristiana a su hijo san Luis IX. En 1226, se quedó viuda y tuvo que asumir la regencia del trono por la minoría de edad de su hijo, mostrando siempre una gran inteligencia y fortaleza ante las numerosas y graves dificultades que se encontró.
Cuando la mayoría de edad de su hijo san Luis, le entregó el trono, aunque siguió como leal consejera y apoyo constante, y tuvo que asumir de nuevo temporalmente la regencia, cuando su hijo se fue a las cruzadas. Tenía una gran religiosidad y sobresalió por su espíritu de misericordia con los pobres y afligidos y por su apoyo a la Iglesia. Murió en París. En numerosos martiriologios figura como beata aunque su culto nunca ha sido confirmado por la Iglesia.
Cuando la mayoría de edad de su hijo san Luis, le entregó el trono, aunque siguió como leal consejera y apoyo constante, y tuvo que asumir de nuevo temporalmente la regencia, cuando su hijo se fue a las cruzadas. Tenía una gran religiosidad y sobresalió por su espíritu de misericordia con los pobres y afligidos y por su apoyo a la Iglesia. Murió en París. En numerosos martiriologios figura como beata aunque su culto nunca ha sido confirmado por la Iglesia.
Rafael Chylinski. Beato. (1694-1741).
Se llamaba Melchor. Nació en Wisoczka (Polonia) en el seno de una familia noble. Estudió en el colegio de los jesuitas de Poznan. Hizo durante tres años el servicio militar llegando al grado de oficial. Ingresó en la Orden de los franciscanos conventuales de Cracovia; quiso ser hermano coadjutor. Aceptado por sus superiores como clérigo, hizo un curso abreviado de Filosofía y Teología a causa de la peste de 1708, que provocó la muerte del 50% de los frailes franciscanos de la provincia polaca.
Recibió la ordenación sacerdotal en 1717. Trabajó en diversas casas, como confesor y predicador y se dedicó a los pobres. Su predicación sencilla, contrastaba con el estilo barroco de la época y tenía gran eficacia pastoral. Pasaba horas enteras en el confesionario. Llevó una vida de mortificación y abnegación. Murió en Lagiewniki. Fue beatificado por san Juan Pablo II el 9 de junio de 1991.
Iván Slezyuk. Beato. (1896-1973).
Martirologio Romano: En Stanislaviv, en Ucrania, beato Iván Slezyuk, obispo y mártir, a quien el Señor otorgó la palma eterna por su ministerio clandestino, llevado a cabo infatigablemente entre los fieles de Rito bizantino bajo un régimen contrario a Dios, y por su impávida constancia en Cristo ante los perseguidores.
Nació en Zhyvachiv (región de Stanislaviv). Recién ordenado sacerdote, enseñó el catecismo en las escuelas de Stanislaviv. En 1945, previéndose el arresto inminente de toda la jerarquía greco-católica ucraniana, fue ordenado clandestinamente obispo.
La policía lo detuvo en 1945; fue condenado a 10 años de cárcel. Liberado en 1954, prosiguió su servicio pastoral hasta 1962, año en el que fue condenado a 5 años de prisión por “organización de la actividad religiosa ilegal de los sacerdotes greco-católicos”. Excarcelado en 1968, reaunudó su actividad clandestina a pesar de los continuos interrogatorios por parte de las autoridades comunistas de Stanislaviv. En 1973, al final de un interrogatorio en los calabozos de Stanislaviv, se sintió mal y falleció. Tenía 77 años. Fue beatificado por san Juan Pablo II el 27 de junio de 2001.
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