22 de septiembre de 2014

San MAURICIO y mártires de la Legión Tebana. M. c. 286.


Martirologio Romano: En Agauno (hoy Saint Maurice d´Agaune), en la región de Valais, en el país de los helvecios, santos mártires Mauricio, Exuperio, Cándido, que siendo soldados, al decir de san Euquerio de Lyon, fueron sacrificados por su fe en Cristo, en tiempo del emperador Maximiano, juntamente con sus compañeros de la misma legión Tebea y el veterano Víctor, ilustrando así a la Iglesia con su gloriosa pasión.


La Legión Tebana, oriunda de Tebaida de Egipto, (formada por 600 hombres) era muy aguerrida. Estando en Jerusalén, entraron en contacto con el obispo de aquella ciudad y todos los soldados se convirtieron al cristianismo. Fue destinada al norte de los Alpes, en Agaunum en Valais, hoy Saint-Maurice, para someter a una tribu rebelde. Antes de entrar en combate, todos los soldados debían tomar parte en un solemne sacrificio, con el que el emperador quería hacerse propicio a los dioses. Debían hacer un juramento de fidelidad, algunas prácticas idolátricas y otras imprecaciones. Unos tras otros, los batallones pasaron delante del altar. Mientras, la Legión Tebana, al mando de Mauricio, vivió un momento de fuerte tensión en el momento de sacrificar a los dioses: todos rehusaron obedecer. No participarían en el sacrificio ni prestarían el juramento. Obedecerían al emperador Maximiano en todo lo que no se opusiera a su fe. Se les trató de traidores y rebeldes. Puestos en fila, los sortearon de diez en diez y el que sacaba una decena era azotado y decapitado.
Esto no hizo mella en los legionarios. Realizada la ejecución, los supervivientes se mantuvieron fieles. Se les diezmó de nuevo. Recibieron la orden con alegría, dispuesto a morir, antes que renegar de Cristo: "Somos cristianos, -dijeron- y nunca sacrificaremos a los ídolos ni saldrán de nuestros labios juramentos impíos". Mauricio que era su jefe, y sus dos subalternos: Exuperio y Cándido, encendían el entusiasmo de todos y les animaban a la prueba. Siguió el tercer sorteo y finalmente la matanza general de todos aquellos legionarios. Víctor un soldado veterano que procedía de otra legión, se les unió también. Arrojaron las armas y no quisieron defenderse.
Entre los mártires se encontraban: a parte de Mauricio, Albano, Exuperio, Cándido, Vidal, dos Víctor (uno de los Víctor, murió en Xanten), Alejandro (venerado en Bérgamo), Gereón (murió en Colonia), Gregorio (venerado en Colonia); Inocencio, Urso (que murió en Soleure), Antonino, Constancio; Fortunato (venerado en Lonate Pozzolo (Varese)). No se conocen nada más que estos nombres. Morirán en Helvecia, y dejarán como insignia su emblema de la Legión Tebana, una cruz blanca sobre fondo rojo. Se puede aceptar esta historia, pero parece no muy creíble que toda la Legión fuera cristiana, sino que fuera una cohorte. Patrón del Piamonte italiano y de la Casa de Saboya.

Santa SALABERGA DE LAON. M. c. 665.


Martirologio Romano: En Laon, de Neustria (hoy Francia), santa Salaberga, abadesa, de quien se dice que san Columbano le curó su ceguera y la encauzó al servicio de Dios.

Se dice que cuando era niña fue curada de una ceguera por san Eustaquio de Lisieux o san Columbano. Se casó muy joven, pero el marido murió a los dos meses; en segundas nupcias se casó con san Blandino, con el cual tuvo cinco hijos, entre ellos: santos Balduino y Anstruda. Salaberga había dotado a un convento de Poulangey y, al cabo de varios años de feliz matrimonio, tanto ella como su marido, de común acuerdo, decidieron retirarse del mundo. Blandino se hizo ermitaño y se le venera como santo en la diócesis de Meaux.
 Ella se retiró primero al convento de Poulangey y, más tarde, por consejo de san Walberto, abad de Luxeuil, fundó un nuevo monasterio en Laon, alrededor del año 650. Aquella abadía era un establecimiento muy extenso y tenía conventos para monjes y para monjas. Salaberga tenía un hermano casado que se llamaba san Bodón, al que convenció para que abandonase el mundo y tomara los hábitos, al tiempo que su esposa se unió a la comunidad de Laon. Bodón llegó a ser el obispo de Toul y fundó tres monasterios, en uno de los cuales fue abadesa su propia hija. 
Durante los dos últimos años de su vida, santa Salaberga sufrió continuamente grandes dolores, que soportó con valor y paciencia. Después de su muerte, su hija santa Anstruda se hizo cargo del gobierno de la comunidad. Santa Salaberga fue sepultada en la abadía y, posteriormente, los restos de san Bodón fueron exhumados de su sepultura en Toul y trasladados junto a los de su hermana. 

Beato OTÓN DE FREISING. M. 1158.



Martirologio Romano: En el monasterio cisterciense de Morimond, de la Galia, tránsito del beato Otón, obispo de Freising, en Baviera, muerto con el hábito monacal, que nunca abandonó en todo el tiempo de su episcopado.

Otón era hijo del Margrave Leopoldo III de Austria, y de Inés, hija del emperador Enrique IV, y fue por ello tío de Federico Barbarroja. Fue prior de la abadía de Klosterneuburg hacia el 1126. Pronto marchó a estudiar a París, donde estuvo junto a Hugo de San Víctor, y se introdujo en la Escolástica y la literatura filosófico-teológica. En 1132 ingresó junto con otros 15 compañeros de estudio en el monasterio cisterciense de Morimond, actual Fresnoy-en-Bassigny; en 1138 llegó a ser abad, y ese mismo año fue nombrado obispo de Freising.
Se le considera como un nuevo fundador de la diócesis, a la que defendió de los esbirros de Wittelbach, que la expoliaban: recuperó las posesiones de la diócesis, reformó el Capítulo, fundó la escuela catedralicia, que se convirtió en un centro de irradiación intelectual, y adoptó en genral los principios de la reforma gregoriana. Trajo a los Canónigos Agustinos de Schlehdorf, luego convocó a los Premonstratenses de Schäftlarn, y fundó en Freising el monasterio Premonstratense de Neustift.

San IGNACIO DE SANTHIÀ. (1686-1770).


Martirologio Romano: En Turín, en la región del Piamonte, san Ignacio de Sandone (Lorenzo Mauricio) Belvisotti, presbítero de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos, asiduo en atender a penitentes y en ayudar a enfermos.

Nació en Santhià, Santa Ágata, Vercelli (Italia). Se llamaba Lorenzo Mauricio Belvisotti. Ingresó como seminarista en la colegiata de su pueblo. Realizó sus estudios superiores en la ciudad de Vercelli. Fue ordenado sacerdote en 1710. Fue capellán instructor de una familia noble de Vercelli, al mismo tiempo que colaboraba en misiones populares organizadas por los jesuitas, entre los que escogió a su director espiritual. En 1713 rehusó el cargo de canónigo rector de la colegiata de Santhià. En 1715 aceptó desempeñar el ministerio pastoral en una parroquia, pero un debate jurisdiccional sobre el nombramiento resultó providencial para su futuro, pues lo impulsó a dejar la sotana clerical para vestir el sayo capuchino.
En 1716 ingresó en el noviciado de los capuchinos de Chieri y tomó el nombre de Ignacio al profesar. Fue prefecto de sacristía, director de acólitos y confesor; trabajó apostólicamente con celo extraordinario. En 1731 fue nombrado maestro de novicios en el convento de Mondovi. Con gran acierto supo sostener a los novicios en las pruebas más arduas. 
En 1744 fue enviado como capellán de las tropas del rey de Cerdeña durante la guerra contra la las armadas franco-españolas (1744-1747). Asistió a los soldados heridos y contagiados en los hospitales militares de Asti, Alessandría y Vinovo, dando siempre muestras de una gran caridad. Restablecida la paz, fue destinado al convento del Monte de los Capuchinos, en Turín, donde residió 25 años, hasta su muerte. 
Dividía su actividad entre el convento y la ciudad. Cada domingo explicaba la doctrina cristiana y la regla franciscana a los hermanos legos y cada año dirigía los ejercicios espirituales a su comunidad. En la iglesia era el confesor más solicitado. También realizaba un apostolado fecundo bendiciendo en sus casas a las personas que ya no podían acudir a él hasta el convento. Tuvo dones taumatúrgicos y el pueblo lo bautizó como “el Santo del Monte”. A su convento acudieron innumerables personas, sencillas e ilustres, atraídas por su fama de santidad. El cardenal arzobispo le pedía con frecuencia que le diera a conocer los casos de personas más necesitadas, para prestarles ayuda. Murió en la enfermería del convento después de un año de enfermedad. Fue beatificado por Pablo VI en 1968 y canonizado en 2002 por Juan Pablo II.

Santos PABLO CHONG HA-SANG y AGUSTÍN YU CHIN-GIL. M. 1839.


Martirologio Romano: En Seúl en Corea, pasión de los santos Pablo Chong Ha-sang y Agustín Yu Chin-gil, mártires, de los cuales el primero fue durante veinte años, en tiempos de persecuciónes, guía de la primera comunidad de cristianos, el otro, escribió una carta al papa Gregorio XVI, para que enviase sacerdotes a Corea: los dos eran catequistas, sufrieron juntos, después de atroces torturas, la decapitación por la fe

Pablo tenía 44 años. Laico cristiano coreano de noble familia, que ya era cristiano antes de la llegada de los misioneros; su padre fue martirizado el 8 de abril de 1801 y su madre el 23 de noviembre de 1839. Su hermana santa Isabel Chong Chong-Hye fue también martirizada el mismo año. Su hermano Carlos Chong Chol-Sang fue también martirizado en 1801 junto con su padre.
 Después del martirio del padre la familia sufrió mucho. Todas sus propiedades fueron confiscadas y la familia vivió de un lado para otro en extrema pobreza. A los 20 años dejó a su madre y su hermana y se fue a Seúl. Intentó reconstruir la Iglesia Católica que luchaba sin sacerdotes. Decidió intentar traer misioneros al país para revitalizar la Iglesia. Él y un grupo de amigos suyos dirigieron una carta al papa Pío VII pidiéndole misioneros y, para que en Pekín el obispo insistiera ante Roma, viajó al menos ocho veces a la ciudad imperial. Finalmente sus voces fueron escuchadas en Roma. En 1831 fue establecido el Vicariato Apostólico de Corea y la misión fue encomendada a las Misiones Extranjeras de París.
El obispo san Lorenzo Imbert decidió hacerlo sacerdote. Le enseñó Latín y teología. Sin embargo surgió una nueva persecución y el obispo debió escapar. Escribió "Una carta al Primer Ministro", primer libro de apologética en Corea. Incluso los enemigos de la Iglesia quedaron impresionados de su contenido. Asumió con dedicación la tarea de catequista. 
En 1839 fue arrestado. Como era considerado uno de los que habían introducido misioneros extranjeros en Corea, las torturas que recibió fueron mucho más severas. Fue decapitado en Seúl.


Agustín (1790-1839). Era intérprete oficial de la corte coreana. Catequista coreano de 49 años, que junto con san Andrés Kim escribió varias cartas al papa solicitando misioneros, fue decapitado junto con san Pablo Chong Ha-sang, el 22 de septiembre, al día siguiente del martirio de san Lorenzo Imbert y los dos misioneros. Padre de san Pedro Yu Tae-ch´Ol.

Beato CARLOS NAVARRO MIQUEL. (1911-1936).


Martirologio Romano: En la ciudad de Monserrat (Valencia), beato Carlos Navarro, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares de las Escuelas Pías y mártir, que, en tiempo de persecución, por ser sacerdote fue llevado al glorioso martirio.

Nació en Torrente, Valencia. Desde muy niño sintió la vocación sacerdotal y por ello fue al seminario menor de Valencia, donde estudió hasta los 16 años, en los que sintió la vocación escolapia. En 1934 realizó como escolapio su profesión solemne. Fue ordenado sacerdote en 1935. Ejerció el ministerio calasancio en Albacete, como maestro de primaria. 
Durante el inicio de la guerra civil, Albacete cayó en manos republicanas, y hubo persecución a los religiosos, por ello fue a su pueblo natal, Torrente, donde se refugió en casa de sus padres. Para que no se llevaran a su hermano detenido, ya que lo buscaban a él, se presentó como sacerdote. Tuvo conciencia de su muerte martirial y murió gritando vivas a Cristo Rey y perdonando a sus verdugos. Murió en Montserrat, Valencia, fusilado en la carretera. Fue beatificado por Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995 en el grupo de 13 escolapios martirizados en diversos días y en varios lugares en 1936.

Beato GERMÁN GOZALVO ANDREU. (1913-1936).


Martirologio Romano: En la población de Monserrat, Valencia, beato Germán Gozalvo Andreu, presbítero, y mártir por el testimonio de Cristo en la misma persecución religiosa.

Nació en Torrent (Valencia). En el año 1930, ingresó en el Colegio del Corpus Christi, tras haber conseguido beca por oposición, luego fue ordenado presbítero. Es el más joven de los sacerdotes mártires valencianos, tenía 23 años y llevaba poco tiempo de sacerdote, pues se había ordenado el 16 de junio de 1936. Hizo con brillantez los estudios en el Seminario y fue colegial del Patriarca, donde destacó por su piedad. Esperaba marchar a unos cursillos de Acción Católica, en Santander, cuando estalló la guerra. 
Como se prohibió el culto, el señor Cura encargó al novel sacerdote (creyendo que su juventud le merecería benevolencia, y siempre más disimulo) el administrar sacramentos a los enfermos y atender en lo posible a las almas. Así lo hizo, valiente y generosamente, varios días, hasta el 29 de agosto, en que se presentaron unos milicianos en su casa paterna, requiriéndole a que les acompañase al comité, donde habían de hacerle «dos preguntas». Salió convencido de su martirio, pues dos días antes decía a unos jóvenes amigos: «Ha llegado otra vez la hora de los mártires; a ver quién es digno de tal gloria. Yo estoy dispuesto». Del comité pasó a la cárcel del distrito, donde siempre dió muestras de resignación y fué aliento para los candidatos al martirio. 
En la noche del 21 al 22 de septiembre, después de un horripilante interrogatorio por parte de unos improvisados jueces, fue llevado, con dos sacerdotes más, al local de la C.N.T., donde les propinaron una terrible, casi mortal, paliza. Inmediatamente, y a empellones, le metieron en un coche, del que les apearon a mitad de la carretera de Monserrat, y donde, después de confesarse entre sí, mientras daban gritos de «¡Viva Cristo Rey!», fueron fusilados.

Beato VICENTE SICLUNA HERNÁNDEZ. (1859-1936).



Martirologio Romano: En Bolbaite, en la misma provincia de Valencia, beato Vicente Sicluna Hernández, presbítero, y mártir en la citada persecución.

Nació en Valencia. Su padre era guardia civil y su abuelo procedía de Malta. Hizo la carrera de maestro y en el seminario de Valencia se licenció en Teología. Cantó misa en 1884 y fue cura de Cortés de Pallás. En Navarrés estuvo más de 30 años trabajando mucho en el ámbito social a través del sindicato agrícola. Sabemos muy poco de sus andanzas apostólicas, aunque el recuerdo de su paso por la Parroquia de Navarrés, recuerdo de admiración y veneración por su prudencia, celo y demás virtudes sacerdotales, nos obliga a inducir una historia plena de rasgos evangélicos. Hombre de recia formación, era Licenciado en Sagrada Teología y Maestro y Bachiller en Artes.
La revolución le encontró en su puesto, como párroco en Navarrés, a pesar de su ya avanzada edad. Después de varios días de persecución, refugióse en un piso inhabitado; enterados de su estancia los marxistas, fueron a detenerle el día 22 de septiembre de 1936. Habiendo llamado a la ventana, a eso de las tres de la mañana, y suponiendo él para qué era, levantóse sin contestar e inmediatamente consumió las formas que tenía consagradas. Viendo ellos que no contestaba subieron por el balcón e internándose en la casa le obligaron a salir. Una vez en la puerta exclamó nuestro mártir: «Señor, hágase tu voluntad». «Santísimo Cristo, asistidme en mi última agonía.»
Ya moribundo, le condujeron al término de Bolbaite, donde le dieron un tiro en la nuca, causándole la muerte. Al amanecer del día siguiente pasearon su cadáver por las calles de Bolbaite en un estruendo de satánicas burlas. Conducido al cementerio lo enterraron donde actualmente yacen sus restos.

Beatos FÉLIX ECHEVARRÍA GOROSTIAGA, FRANCISCO CARLÉS GONZÁLEZ, LUIS ECHEVARRÍA GOROSTIAGA, MIGUEL ZARRAGÚA ITURRIAGA, SIMÓN MIGUEL RODRÍGUEZ y ANTONIO SÁEZ DE IBARRA Y LÓPEZ DE ARCAUTE. M.1936.


Félix Echevarría nació en Ceánuri (Vizcaya) en 1893. A los once años ingresó en el Colegio Seráfico de Regla en Chipiona (Cádiz), donde estudió las humanidades. Hecho el noviciado, emitió la profesión simple en 1909; a continuación emprendió los estudios filosóficos y teológicos; en 1912 hizo la profesión solemne y, terminados los estudios, fue ordenado de sacerdote en 1916 en el Santuario de Nuestra Señora de Regla.
La obediencia lo destinó primero a las fraternidades de Vélez-Málaga y Lebrija (Sevilla). Tras el Capítulo provincial de 1919, fue nombrado profesor y rector del Colegio Seráfico de Chipiona, a la vez que organista y maestro de coro del Santuario. En 1921 pasó a Estepa (Sevilla), y al año siguiente volvió a Chipiona como vicario del Colegio, director de la Orden Franciscana Seglar y de la Pía Unión de San Antonio; de 1922 a 1928 se dedicó, además, a la docencia de teología dogmática y de literatura universal y española. En cuantas tareas se le confiaron, por diversas y gravosas que fueran, demostró siempre una ejemplar dedicación y competencia. Fue el primer superior y rector del Colegio de San Pantaleón de Aras (Santander) que su Provincia abrió en 1930, y permaneció en esos cargos hasta julio de 1932, permaneciendo luego allí otro año más como vicario. A su dedicación al colegio y a la comunidad, añadía siempre con generosidad el ejercicio de la predicación y de la administración de sacramentos, tanto en la iglesia conventual como en la parroquial.
Nunca llegó a ver satisfecho su ferviente anhelo de ser misionero entre infieles, aunque logró pasar a la Misión de Marruecos en 1933. Unas fiebres malignas, contraídas al llegar a Tetuán, lo obligaron a regresar a España en diciembre de 1933, primero a Estepa y, algunos días después, el 16 de los mismos, ya más recuperado, a Fuente Obejuna (Córdoba) como guardián o superior de aquel convento. Los dos años y medio restantes de su vida fueron una época muy brillante para él y para la Iglesia, entregándose totalmente a la asistencia de los grupos parroquiales, a la OFS, a la Pía Unión, a la juventud Antoniana, desarrollando una importante actividad pastoral desde el confesionario, y sobre todo desde el anuncio de la palabra, llegando a ser llamado por el obispo de Córdoba para que misionara por los pueblos de la diócesis.
Los días 20 y 22 de julio de 1936, las autoridades de la ciudad realizaron varios registros en el convento con la excusa de buscar las armas allí escondidas. El día 27, so pretexto de protección de sus personas, sacaron a los frailes del convento, que al día siguiente fue saqueado por las turbas, y los tuvieron detenidos en las oficinas de Telégrafos, hasta ser conducidos el 14 de agosto sucesivo al palacio de la marquesa de Valdeloro, lugar convertido en prisión. El 20 de septiembre por la noche fueron trasladados en siete camiones, en compañía de 50 seglares, cuarenta y tres de los cuales fueron fusilados a pocos Km de la ciudad, mientras que los siete restantes y nuestros religiosos fueron trasladados al cercano pueblo de Azuaga (Badajoz) y encerrados en la cárcel.
Hacia las 9 de la noche cinco de los religiosos y los siete seglares sufrieron el martirio. Quedaba vivo en la cárcel el P. Félix Echevarría. Según confesión de un miliciano, intentaron por todos los medios hacerle blasfemar (le dieron dos palizas y dos tiros en las piernas, le sacaron los dos ojos, le cortaron una oreja y al final la lengua). Al no conseguirlo, acabaron con él rematándolo a culatazos de fusil en la boca y en la cabeza. Después de cuatro horas de agonía, murió mártir como los otros compañeros.

Francisco Carlés nació en San Julián de Requejo (Pontevedra) en 1894. A los quince años de edad ingresó en el Colegio de Misiones para Tierra Santa y Marruecos de Chipiona (Cádiz). Allí vistió el hábito franciscano en 1909; un año más tarde, terminado el noviciado, hizo la profesión simple, y tres años después, en 1913, la solemne. Cursó todos los estudios eclesiásticos en el mismo Colegio, y recibió la ordenación sacerdotal en Córdoba en 1917.
Su primer destino fue el convento de Fuente Obejuna, en el que permaneció hasta que los superiores lo destinaron a Tierra Santa, adonde llegó en 1922. En una primera época prestó servicio en el santuario del Santo Sepulcro en Jerusalén, en Belén y en San Juan in Montana de Ain Karem. Después los superiores lo enviaron a Siria, a estudiar el árabe en el colegio de Alepo; llegó a dominar esta lengua, así como el francés y el italiano. Habida cuenta de su preparación, lo nombraron coadjutor de Knaje, en la misma Siria, después coadjutor de Alepo y, en 1928, superior y párroco de la nueva residencia de Er-Ram. Permaneció en Siria hasta 1931, y luego lo trasladaron como párroco a San Juan in Montana, a 6 Km de Jerusalén, y allí permaneció tres años.
En septiembre de 1934, habiendo cumplido doce años de servicio a la Custodia de Tierra Santa, regresó a España. Estuvo unos meses en el Colegio de Chipiona y, en mayo de 1934, marchó al que sería su último destino, Fuente Obejuna, de donde salió, junto con sus hermanos de comunidad, camino del martirio.

Luis Echevarría, nació en Ceánuri (Vizcaya) en 1895. Siguiendo el ejemplo de su hermano el beato Félix Echevarría, ingresó en el Colegio de Misiones de Chipiona, donde cursó los estudios de humanidades. Terminado ese ciclo, vistió el hábito franciscano en 1912. Un año después, hecho el noviciado, emitió la profesión de votos simples, y en 1916 la de votos solemnes. Cursados los estudios filosóficos y teológicos, fue ordenado de sacerdote en Cádiz en 1920.
La primera tarea que le confiaron los superiores fue la de la enseñanza, que alternaba con la predicación, en la escuela del convento de Puente Genil (Córdoba), de la que lo nombraron director en 1922. Al año siguiente le llegó la obediencia del Ministro general de la Orden para que se incorporara a las misiones de Tierra Santa. Comenzó este nuevo servicio en el Santo Sepulcro de Jerusalén, al que llegó en 1923; allí se le confió enseguida, como músico que era, el cargo de director del coro y del canto en el oficio divino nocturno, en el culto litúrgico y en las procesiones. Estos mismos oficios los ejerció de 1927 a 1929 en la Basílica de la Anunciación en Nazaret.
Llegó a España de regreso en 1929, y fue destinado como profesor, primero a Puente Genil y después a Vélez-Málaga. Debido a la quema y destrucción de los conventos llevada a cabo en mayo de 1931, tuvo que abandonar el convento de Vélez-Málaga. Luego estuvo algún tiempo en Coín, y en enero de 1933 pasó al convento de Fuente Obejuna, como vicario de la comunidad. Su actividad apostólica se centró en la dirección de la Juventud antoniana y de las Hijas de María; en todos dejó una profunda huella de su gran talante franciscano. Además, fundó una biblioteca popular.
En julio de 1936 volvió a experimentar los efectos de la persecución religiosa, que había probado ya en 1931, pero esta vez culminó con el martirio. 

Miguel Zarragúa, nació en Yurreta (Vizcaya) en 1870; sus padres le pusieron el nombre de León. A los diecinueve años dejó el mundo e ingresó en el Colegio de Misioneros de Chipiona (Cádiz), donde recibió el hábito franciscano como hermano laico en 1889, circunstancia en la que tomó el nombre de Miguel. Al año siguiente, cumplido el noviciado, hizo la profesión de votos simples y, tres años después, en 1893, la de votos solemnes.
Permaneció aún dos años en el Colegio de Nuestra Señora de Regla, hasta que los superiores lo destinaron a la Misión de Marruecos, hacia la que partió en 1895. En Marruecos permaneció casi once años ocupado en las tereas domésticas de las casas a que lo enviaron. En 1906 volvió al Colegio de Chipiona. De 1911 a 1915 estuvo de familia en el convento de Lebrija (Sevilla), y luego regresó al de Chipiona, donde se distinguió, en 1918, por la heroica abnegación con que cuidaba a las muchas personas afectadas por la grave epidemia de gripe que aquel año causó tantas muertes en España y en otras partes del mundo. A principios de 1919 fue destinado al convento de Fuente Ovejuna en el que permaneció hasta su muerte, encargado de la sacristía, siendo con su vida un hermano ejemplar para los frailes, y de gran edificación para los fieles.
Era un modelo de hermano laico franciscano: humilde, afable, tenaz, tranquilo y sereno, marcado por una gran mansedumbre y dulzura seráfica, que le valieron tanto en Marruecos como en España fama de auténtica santidad. Coronó su santa vida del modo más digno y acorde con su espíritu: recibiendo la palma del martirio. 

 Simón Miguel nació en Villalcampo (Zamora) en 1912. Tenía dos tíos religiosos franciscanos en el Colegio de Misiones de Chipiona (Cádiz), y él, siguiendo su ejemplo, entró muy joven en el mismo Colegio y vistió por primera vez el hábito franciscano en calidad de postulante en 1928. Más tarde, en 1930, en Lebrija (Sevilla), comenzó el noviciado canónico como hermano laico y tomó el nombre de Fr. Simón Miguel. Los aciagos acontecimientos de mayo de 1931, con la quema de conventos, lo obligaron a interrumpir temporalmente el noviciado, que pudo proseguir meses después con la debida dispensa de la Santa Sede; finalmente pudo hacer la profesión de votos simples en 1932. A continuación lo destinaron al convento de Puente Genil, y poco después al de Fuente Ovejuna, donde hizo la profesión solemne en 1935.
Fue un religioso amante del trabajo, dócil, humilde y servicial, que atendía con esmero los diversos oficios domésticos de la fraternidad. Cuando estalló la persecución religiosa, fue detenido con los demás miembros de su comunidad, y con ellos asesinado. 

Antonio Sáez de Ibarra, nació en Hijona, provincia de Álava en 1914; lo bautizaron al día siguiente y le pusieron el nombre de Ruperto. Siendo aún niño sintió la vocación franciscana y respondiendo a la misma pidió la admisión en la Orden de Hermanos Menores. Hizo los años de postulantado en el convento de Estepa (Sevilla), y en 1931 vistió el hábito franciscano en el noviciado de Lebrija (Sevilla), cambiando su nombre de pila por el de Antonio. Debido a la quema de conventos que tuvo lugar en mayo de 1931, se vio obligado a interrumpir su noviciado; más tarde, con dispensa apostólica y supliendo los días perdidos, pudo finalmente hacer su profesión simple en 1932.
Seguidamente lo enviaron al Colegio de Nuestra Señora de Regla en Chipiona para hacer los estudios de filosofía. Debido a una grave enfermedad de la garganta, y para que pudiera continuar ejerciendo el servicio del canto litúrgico que tanto amaba y en el que era verdaderamente brillante, por consejo de los médicos lo trasladaron al convento de Fuente Obejuna. Ya recuperado y cuando se disponía a regresar a Chipiona lleno de ilusión por continuar su formación y llegar al sacerdocio, le sorprendió la persecución religiosa de julio de 1936. Dios lo llamaba a dar el más alto testimonio de amor. Pronto fue apresado y sin razón martirizado con los demás frailes del convento. 

OTROS SANTOS DEL DÍA:


Santa Emérita. M. c. 260. 
Martirologio Romano: En Roma en el cementerio de Commodilla en la vía Ostiense, conmemoración de santa Emérita, mártir
Mártir en Roma. Otra versión dice que era hermana del rey san Lucio a quién siguió a Inglaterra y a Recia. Predicó el evangelio en Trimmis, cerca de Coira, donde fue quemada en una hoguera. 

Santa Basila. M. 304. 
Martirologio Romano: En Roma, en la vía Salaria Antigua, sepultura de santa Basila, mártir, bajo Diocleciano y Maximiano.
Supuesta joven romana, prometida de un patricio pagano, al que rechazó cuando se hizo cristiana; obligada a elegir entre el novio y la muerte, eligió la segunda y por tanto fue martirizada. Martirizada en la vía Salaria Antigua de Roma, durante la persecución de Diocleciano. 

San Florencio de Saumur. M. 390. 
Martirologio Romano: En el monte Glonne, a orillas del Loira, en la región de Poitiers, en la Galia, san Florencio, presbítero.
Bávaro de nacimiento, fue discípulo de san Martín de Tours; que lo ordenó sacerdote y lo envió a Poitou; se retiró al monte Glonne (Anjou) para vivir como ermitaño, donde le siguieron muchos discípulos, entre ellos su hermano Floriano, que quizás sea una duplicación. Para ellos construyó el monasterio después conocido como Saint-Florentile-Vieaux; murió muy anciano. Se le atribuyen muchas leyendas. Está enterrado en Saumur. 

San Silvano de Levroux. s. IV - V.  
Martirologio Romano: En Levroux, en el territorio de Bourges, en Aquitania, san Silvano, eremita.
Apóstol legendario de Berry. La leyenda lo identifica con Zaqueo, el publicano del Evangelio. Habría sido enterrado en Levroux, donde vivió como ermitaño. Venerado en Brujas desde época muy antigua. 

San Septimio de Iesi. M. 461. 
Nació en Alemania. Se dedicó a los estudios liberales y a la vida militar. Se convirtió al cristianismo en contra del parecer de su familia y se trasladó a Italia con algunos amigos. Predicó en Milán, pero fue obligado a huir a causa de la persecución de Diocleciano, en el 303. Se marchó a Roma donde realizó numerosos milagros y conversiones hata tal punto que el papa Marcelo II lo consagró obispo de Iesi (Ancona).
En esta ciudad se encontró con el juez Florencio, éste le impuso realizar un sacrificio a los dioses, antes de cinco días, según el edicto imperial. Septimio siguió realizando conversiones y milagros, con lo cual, a finalizar el tiempo fijado por el juez, fue decapitado. Su cuerpo fue encontrado en 1469 y trasladado a la catedral. Se le venera como primer obispo de la diócesis de Iesi, de la que es patrón, está considerado el constructor de la primera catedral, dedicada al Santísimo Salvador. También es patrón de la ciudad de Iesi.

San Lautón o Laudo de Coutances. M. c. 568. 
Martirologio Romano: En la Galia, en el territorio de Coutances, san Lautón o Laudo, obispo.
Nació en Briovere  y renunció al esplendor familiar para servir a la Iglesia. Obispo de Coutánces en Normandía, lo consagró san Gildardo de Rouen. Intervino  en los sínodos de Orleans desde el 536 al 541. Parece que fue uno de los más enérgicos prelados de aquella época. Tuvo dones taumatúrgicos. Sobre las tierras de su familia surgió el pueblo de Saint-Ló.  

San Emerano de Ratisbona. M. 652/90. 
Martirologio Romano: En Ratisbona (hoy Regensburg), en Baviera, san Emerano, obispo, martirizado por su fe en Cristo.
Nació en Poitiers, ciudad de la que fue obispo. Emigró a Baviera porque se lo pidió el rey; fue abad de un monasterio benedictino de Ratisbona y después elegido obispo de esta ciudad. No sabía la lengua alemana y utilizaba un intérprete para evangelizar a los bávaros. Invitado por el duque Teodosio para permanecer en Baviera, después de tres años de predicación decidió ir a Roma como peregrino. Mientras iba a Roma y a causa de una falsa acusación, fue atacado por unos asesinos, hijos del duque que lo torturaron cruelmente: lo extendieron sobre una escala y le cortaron los dedos de las manos y los pies, y murió a causa de las heridas. Su cuerpo, encontrado por san Garibaldo, fue trasladado a Ratisbona donde está el monasterio de su nombre. El duque Teodosio convencido de su inocencia permitió el entierro en la ciudad. Patrón de Ratisbona. 

José Marchandon. Beato. (1745-1794).
Martirologio Romano: Frente a Rochefort, en la costa norte de Francia, beato José Marchandon, presbítero y mártir, que, en días de la Revolución Francesa, fue embarcado en sórdida nave por razón de su condición sacerdotal, muriendo consumido de hambre y enfermedad para volar al Padre.
Nació en Bénèvent (La Creuse). Su padre era el juez de aquel pueblo. En su familia había numerosos eclesiásticos. Hechos los estudios sacerdotales y ordenado sacerdote, se adhiere a la Compañía de San Sulpicio, pero no mucho después la deja y pasa al clero parroquial. En 1780 es nombrado párroco de Marsac, donde dio pruebas de ser un sacerdote muy responsable y celoso. 
Llegada la Revolución, se niega firmemente a prestar los dos juramentos que se exigieron al clero, y por ello perdió su parroquia. Se quedó en el mismo departamento de La Creuse y fue arrestado. El 23 de abril de 1793 fue condenado a la deportación, siendo encarcelado en Guéret. Aunque su salud hizo dudar de su aptitud para la deportación, por fin el 24 de marzo de 1794 parte para Rochefort. Embarcado en “Les Deux Associés”, enfermó y murió el 22 de septiembre de 1794, siendo enterrado en la isla Madame. Fue beatificado el 1 de octubre de 1995 por el papa Juan Pablo II.

María de la Purificación Vidal Pastor. Beata. (1892-1936).
Martirologio Romano: En el pueblo de Corbera cercano a Valencia, beata María de la Purificación Vidal Pastor, virgen y mártir, que mereció acceder a las bodas eternas con Cristo Esposo
Nació en Alzira. Soltera. Pertenecía a la Acción Católica, a la Adoración Nocturna, las Hijas de María y otras asociaciones. Ejerció su apostolado en la Escuela de Obreras, y en muchas conferencias que pronunció gracias a su buena formación. Su devoción central fue la Eucaristía y su amor a la Iglesia. No dudaba en decir que estaba dispuesta a dar la vida por Cristo. 
Fue encarcelada en el colegio de las escolapias de su pueblo junto con sus hermanas Antonia y Emilia. Antes de matarla simularon que la enterraban viva, y mientras le echaban tierra ella repetía vivas a Cristo Rey. Finalmente fue fusilada junto con sus hermanas en Alzira. 

Vicente Pelufo Corts y Josefina Moscardó Montalvá. Beatos. M. 1936. 
Martirologio Romano: En Alzira en la provincia de Valencia en España, beatos mártires Vicente Pelufo Corts, y Josefina Moscardó Moltalvá, virgen, que, siempre durante la misma persecución contra la fe, merecieron llevar la palma de la victoria delante de Dios omnipotente
Vicente nació en Alzira, Valencia. Estudió en el seminario de Orihuela. Ordenado sacerdote en 1894, fue párroco de San Vicente de Raspeig y en 1904 pasó a su ciudad natal. Destacó como consiliario del Círculo Católico de Obreros y propagandista de la doctrina social de la Iglesia en charlas y conferencias. Capellán de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Alzira. Martirizado en Alzira, por ser sacerdote. 

Josefina nació en Alzira. Soltera, comprometida en las obras de apostolado de su parroquia. Era de carácter sencillo y amable. Era muy devota de María, y por ello fue terciaria carmelita, pertenecía a la Adoración Nocturna y a las Marías de los Sagrarios. Recogía las limosnas para la Obra de la Propagación de la Fe. Era una fervorosa militante de la Acción Católica. 
Llegada la revolución, al ir a detener a su hermana Antonia, ella se dio a conocer y por ello fue arrestada. En la cárcel consoló y animó a los demás presos, insistiendo en que morir por Cristo era una gran gloria. Murió fusilada en Alzira gritando vivas a Cristo Rey.

Dionisio Pamplona de Santa Bárbara. Beato. (1868-1936). Escolapio y mártir. (Ver) 25 de Julio.