(Andrés Huberto Fournier. fr.: André-Hubert Fournet).
Varoníl. Varón, viril, hombre valiente.
Martirologio Romano: En Puy-en-Vélay, en la comarca de Poitiers, en Francia, san Andrés Huberto Fournet, presbítero, que ejerció como párroco durante la Revolución Francesa, fortaleciendo, no obstante su condición de sacerdote proscrito, la fe de sus feligreses, y, al restablecerse la paz para la Iglesia, fundó, junto con santa Isabel Bichier des Ages, el Instituto de Hijas de la Cruz.
Nació en Saint-Pierre-de-Maillé, cerca de Poitiers, (Francia). Sobrino del párroco del pueblo; durante su niñez y juventud nada parecía presagiar que tuviera madera de santo; era inconstante e indócil, no le atraía la religión, se escapó del colegio y más tarde de la facultad de Derecho de Poitiers donde no hizo nada de provecho. Se alistó en el ejército. Un tío suyo, cura rural le acogió en su casa, y en su compañía se produjo la metamorfosis y decidió consagrarse a Dios, pero no sin reservas (1774). Ingresó en el seminario de Poitou. Ordenado sacerdote, fue primero coadjutor en Haims y cuando se vio párroco de Maillé no renunció a lo que consideró legítimo, vivir con cierta holgura y comer espléndidamente. Hasta que negó la limosna a un pobre por no llevar suelto encima, el mendigo le reprochó el lujo de su mesa que veía puesta desde el umbral de la casa, y aquel hecho le hizo reflexionar; lo vendió todo, se limitó a comer una sola vez al día y se hizo más pobre que el más pobre de sus feligreses.
La revolución le sorprendió, y se negó a firmar la "Constitución Civil del Clero", por lo que fue expulsado de su parroquia (1791) convirtiéndose así en un proscrito. Pasó a la clandestinidad y desde ella atendió a los fieles que se negaban a recibir los sacramentos de manos de los juramentados. Se vio obligado en su condición de sacerdote y por obediencia a su obispo, a refugiarse en San Sebastián, pero tuvo que abandonar este lugar y vivió cinco años en los Arcos de Navarra. Peregrinó a pie haciendo el Camino de Santiago. Y vuelto a Francia, pasado el Terror, volvió para seguir enseñando el catecismo, confesar, decir misas clandestinas, a menudo disfrazado de gañan y siempre huyendo. Por fin, con el retorno de cierta normalidad (1801), llegó el "Concordato" y de nuevo la Iglesia fue legalizada. Le fue devuelta su parroquia y viendo la situación de la juventud fundó junto con santa Juana Isabel Bichier des Ages, en 1807, el Instituto de Hijas de la Cruz o hermanas de San Andrés, para la enseñanza religiosa, y cuidado de los enfermos. Andrés, completamente convencido de la necesidad de esta fundación y que necesitaba dirección, dejó su parroquia y se entregó plenamente a la consolidación de las Hijas de la Cruz. Se marchó a La Puye, donde su labor será sostener a la fundadora, dirigir y formar a las hermanas, encauzar la marcha de la naciente congregación y vigilar que todo estuviera empapado del más genuino espíritu evangélico. Se entregó en cuerpo y alma hasta su muerte en Le Puye. Fue canonizado por el papa Pío XI el 4 de junio de 1933.
Nació en Saint-Pierre-de-Maillé, cerca de Poitiers, (Francia). Sobrino del párroco del pueblo; durante su niñez y juventud nada parecía presagiar que tuviera madera de santo; era inconstante e indócil, no le atraía la religión, se escapó del colegio y más tarde de la facultad de Derecho de Poitiers donde no hizo nada de provecho. Se alistó en el ejército. Un tío suyo, cura rural le acogió en su casa, y en su compañía se produjo la metamorfosis y decidió consagrarse a Dios, pero no sin reservas (1774). Ingresó en el seminario de Poitou. Ordenado sacerdote, fue primero coadjutor en Haims y cuando se vio párroco de Maillé no renunció a lo que consideró legítimo, vivir con cierta holgura y comer espléndidamente. Hasta que negó la limosna a un pobre por no llevar suelto encima, el mendigo le reprochó el lujo de su mesa que veía puesta desde el umbral de la casa, y aquel hecho le hizo reflexionar; lo vendió todo, se limitó a comer una sola vez al día y se hizo más pobre que el más pobre de sus feligreses.
La revolución le sorprendió, y se negó a firmar la "Constitución Civil del Clero", por lo que fue expulsado de su parroquia (1791) convirtiéndose así en un proscrito. Pasó a la clandestinidad y desde ella atendió a los fieles que se negaban a recibir los sacramentos de manos de los juramentados. Se vio obligado en su condición de sacerdote y por obediencia a su obispo, a refugiarse en San Sebastián, pero tuvo que abandonar este lugar y vivió cinco años en los Arcos de Navarra. Peregrinó a pie haciendo el Camino de Santiago. Y vuelto a Francia, pasado el Terror, volvió para seguir enseñando el catecismo, confesar, decir misas clandestinas, a menudo disfrazado de gañan y siempre huyendo. Por fin, con el retorno de cierta normalidad (1801), llegó el "Concordato" y de nuevo la Iglesia fue legalizada. Le fue devuelta su parroquia y viendo la situación de la juventud fundó junto con santa Juana Isabel Bichier des Ages, en 1807, el Instituto de Hijas de la Cruz o hermanas de San Andrés, para la enseñanza religiosa, y cuidado de los enfermos. Andrés, completamente convencido de la necesidad de esta fundación y que necesitaba dirección, dejó su parroquia y se entregó plenamente a la consolidación de las Hijas de la Cruz. Se marchó a La Puye, donde su labor será sostener a la fundadora, dirigir y formar a las hermanas, encauzar la marcha de la naciente congregación y vigilar que todo estuviera empapado del más genuino espíritu evangélico. Se entregó en cuerpo y alma hasta su muerte en Le Puye. Fue canonizado por el papa Pío XI el 4 de junio de 1933.
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