Fue uno de los secretario de santa Catalina de Siena, y justo, después de la muerte de la santa, gracias a ella, porque así lo quería, ingresó en el 1381, en la cartuja de Pontigliano de la que fue prior (1382-89). Su fama y su virtud atrajeron la atención de Gian Galeazzo Visconti, duque de Milán, el cual pidió su traslado a Milán, donde en 1390, fue elegido prior de la cartuja de Garegnano.
Esteban difundió en el Milanesado la devoción a la Virgen de las Gracias, importada de Oriente en el 1378 y sostenida por el papa Urbano VI para pedir la ayuda de la Virgen en la resulución del cisma de la Iglesia de occidente. Catalina la mujer del duque de Milán, gracias a un voto que hizo, mandó construir una cartuja en Pavía, dedicada a la Virgen de las Gracias, por indicación del beato Esteban.
Bajo la influencia de la santa sienense se prodigó para reformar la Orden cartuja de la que fue Prior General (1389-1410) en un momento particularmente lacerante para la iglesia occidental, el se propuso las divisiones derivadas del Cisma de Occidente. Después de dimitir de Prior General, regresó a su amada Pontignano, y después marchó a Pavía donde fue Prior y donde murió como simple monje. Tradujo al latín el “Diálogo de la Divina Providencia” de santa Catalina (tradución erróneamente atribuida a Raimundo de Lipsia) y vulgarizó la “Leyenda menor de santa Catalina de Siena”, obra de T. Caffarini. Es venerado como beato en la Orden Cartuja.
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