Martirologio Romano: En la ciudad de Usk, en Gales, san David Lewis, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que, ordenado sacerdote en Roma, celebró ocultamente los sacramentos en su patria durante más de treinta años y prestó ayuda a los pobres, hasta que en el reinado de Carlos II fue ahorcado por ser sacerdote.
Nació en Abergavenny, de padre anglicano y madre católica, fue educado en la fe del padre; fue educado en la Royal Grammar School. Su inclinación era la abogacía y a los 16 años entró en el Middle Temple. Se colocó como tutor del hijo del conde de Savage, y en calidad de tal viajó al extranjero. Después de un viaje a París se convirtió al catolicismo. Muertos sus padres, se marchó a Roma, donde ingresó en el colegio inglés (1638), y se ordenó sacerdote en 1642. En 1645, estando todavía en Roma ingresó en la Compañía de Jesús. Hecho el noviciado y la profesión religiosa es enviado en 1646 a la misión inglesa, pero para ser llamado enseguida de nuevo a Roma, donde se le da el cargo de director espiritual del Colegio Inglés.
En 1648, y a petición propia, vuelve a Gran Bretaña y se establece en Cwm, Llanrothal, aquí trabajó como misionero a lo largo de 31 años, usó el alias de «Charles Baker», realizando una labor admirable, trayendo de nuevo a la fe a los caídos, fortaleciendo a los débiles, no importándole los peligros, soportando dificultades con ánimo entero, y mostrando tal caridad con los pobres que se ganó el nombre de «Tady Plodion», es decir el «padre de los pobres».
En 1678 estalló el escándalo de la llamada «conspiración papista», denunciada por Titus Oates, y aunque finalmente resultó ser falsa, se hizo muy espesa la persecución contra los católicos. El P. David se escondió en Llanfihangel Llantarnam, pero unos católicos apóstatas lo denunciaron y fue arrestado el 17 de noviembre de 1678 justo cuando se disponía a decir misa. Llevado a Aberganny, fue luego encerrado en la cárcel de Monmouth, donde estuvo hasta mediados de enero de 1679, en que fue llevado a la de Usk. En el juicio de marzo compareció ante el juez sir Robert Atkins, ante el cual una testigo declaró haberle visto ejercer el ministerio sacerdotal católico. Fue entonces condenado a muerte.
La ejecución tuvo lugar en Usk, frente a donde está ahora la iglesia de San Francisco Javier. El mártir se dirigió a los presentes y confesó ser católico, sacerdote y jesuita, y dijo que como se le condenaba por haber dicho misa y administrado los sacramentos, él moría por la causa de la religión. Exhortó a todos a ser firmes en la fe, frecuentar los sacramentos, sufrir con paciencia las aflicciones y persecuciones y perdonar a los enemigos. La gente se quedó tan conmovida con estas palabras que empezó a tirar piedras al verdugo, el cual se marchó, siendo sustituido por otro. Sus últimas palabras fueron: «Dulce Jesús, recibe mi alma». Fue entonces ahorcado y descuartizado. Fue canonizado el 25 de octubre de 1970 por el papa Pablo VI.
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