Nació en Tienen, Brabante. Hija menor de los seis hijos del beato Bartolomé de Tirlemont y Gertrudis. Su madre fue quién la enseñó a leer y a escribir. Fue educada en las Begüinas de Léau, y poco después ingresó como oblata en el monasterio benedictino de Florival, del que su padre era procurador; este monasterio en 1218 pasó a la reforma del Cister. En 1216, profesó como religiosa cisterciense. Sus primeros años se entregó a las penitencias de forma incontrolada, de las que más tarde se lamentaría. Al año de profesar fue enviada al convento de La Ramée con objeto de que se perfeccionase en la caligrafía e iluminación de pergaminos; allí se encontró con santa Ida de Lovaina, la cual le serviría de maestra y madre espiritual.
Su padre, que se hizo oblato cisterciense, fundó tres monasterios de religiosas cistercienses, entre ellos el de Nazaret en la que nuestra beata transcurriría la mayor parte de su vida en calidad de priora desde 1236 hasta su muerte; aquí es donde tuvo sus grandes experiencias místicas, que quedaron reflejadas en sus libros, del que sólo se ha conservado “De divina caritate et septem eiud gradibus”. Casi siempre estaba enferma, porque las experiencias místicas que recibió le afectaron en su organismo. Era de carácter dulce, tímida, con propensión a angustiarse si creía que no había hecho todo lo necesario que se proponía, pero superó esta flaqueza de ánimo.
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