Martirologio Romano: En Lima en Perú, santa Narcisa de Jesús Martillo Morán, virgen, que, huerfana y privada de medios de subsistencia, después de muchas dificultades encontró acogida en un cenobio, donde vivió en oración continua y en ásperas penitencias.
Nació en Nobol (Guayaquil - Ecuador) en el seno de una humilde familia campesina; era la mayor de nueve hermanos, cuando a los 15 años se quedó huérfana, se dedicó al cuidado de la casa; también hizo de catequista con los niños del vecindario.
A los 19 años marchó a Guayaquil, a casa de unos parientes de sus padres, donde, para no ser una carga para esta familia, trabajó como costurera, dejando modelar su espíritu por religiosos y sacerdotes. Desde su infancia practicó la oración y las penitencias físicas, propias de la época; sentía un gran amor hacia Cristo crucificado, y a ejemplo de santa Mariana de Jesús Paredes, se entregó como holocausto en rescate de los errores y pecados de su pueblo. Vivió en muchos domicilios diferentes porque siempre buscó conservar su independencia y su libertad interior. Elegía una habitación escondida y poco cómoda donde, en sus tiempos libres, poderse dedicar a la oración y la ascesis.
En 1865 se trasladó a Cuenca para atender a su director espiritual, monseñor Millán, al que asistió hasta su muerte. El obispo de Cuenca le propuso que ingresara en las carmelitas descalzas, pero ella no sentía inclinación hacía este tipo de vida. En 1868, marchó a Lima, donde había sido trasladado su director espiritual el padre Lima, y para "poder dedicarse libremente a la vida de piedad" vivió en el beaterio del Patrocinio de pías mujeres como Terciaria dominica, donde pronunció privadamente los tres consejos evangélicos perseveró en su vida de trabajo, piedad y penitencia hasta su muerte. Después de su muerte se produjeron numerosos hechos extraordinarios en su sepultura. Canonizada el 12 de octubre de 2008 por SS Benedicto XVI.
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