Martirologio Romano: En Santo Angelo in Vado, en el Piceno, beato Jerónimo Ranuzzi, presbítero de la Orden de los Siervos de María, que en la soledad y el silencio consiguió la ciencia de los santos.
Nació en Sant'Angelo in Vado (Urbino). Antes de cumplir los 20 años, ingresó en los servitas y recibió el nombre de Jerónimo. Después de hacer la profesión, fue enviado a la Universidad de Bolonia, donde se doctoró en Teología. En seguida, recibió la ordenación sacerdotal y fue profesor en varias casas de estudios de su Orden en Italia. Al cabo de algunos años, sus superiores le dieron permiso de retirarse algún tiempo al convento de su pueblo natal.
Jerónimo se ganó el cariño de todo el mundo. Pronto empezó a llamérsele "ángel del buen consejo", por la solicitud con que practicaba las obras de misericordia espirituales y temporales y por la prudencia con que resolvía las dificultades de todas clases. Su fama llegó a oídos de Federico de Montefeltro, duque de Urbino, quien pidió a los superiores del beato que se lo enviasen como teólogo y consejero. Esa ocupación era la que Jerónimo menos hubiese deseado, pero la aceptó por obediencia. No sabemos cuánto tiempo permaneció en la corte de Federico. Lo cierto es que tuvo ahí tanto éxito como en el monasterio y llevó a cabo ciertas negociaciones con la Santa Sede y cooperó en la solución de los asuntos de Estado con gran satisfacción del duque. Finalmente, el beato consiguió regresar a Sant' Angelo.
Antes de morir, reconstruyó el convento de religiosas. Murió súbitamente. La devoción que el pueblo le profesaba era tan grande y los milagros que obró fueron tan numerosos, que su cuerpo no fue sepultado en el cementerio conventual, sino que fue colocado en un nicho situado sobre el altar, en la iglesia de los servitas de Sant'Angelo. Su culto fue confirmado en 1775 por Pío VI.
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