Martirologio Romano: En Montpellier en Provenza en Francia, beato Juan de Vercelli, que, Maestro General de la Orden de Predicadores, reconmendó en la predicación la devoción al Nombre de Jesús.
Juan Garbella nació en Mosso Santa María (Vercelli). Estudió en París y enseñó Derecho en Paris y Vercelli; ingresó en los dominicos entre los que detento varios cargos, el último fue el de Maestro general (1264-1283). Durante diecinueve años, desempeñó ese oficio en forma muy distinguida. Juan era de estatura más bien baja (en su primera carta a sus hermanos se llama a sí mismo "pobre hombrecito") y de rostro tan alegre que, según se dice, exigía que su ayudante fuese siempre un fraile de aspecto severo e imponente. Pero su energía suplía con creces su baja estatura.
En efecto, visitó y reformó incansablemente los conventos de su Orden en toda Europa, sin dispensarse jamás durante sus viajes de los ayunos eclesiásticos y de los de su Orden. San Gregorio X, poco después de su elección al pontificado, confió a Juan de Vercelli y a los dominicos la tarea de hacer la paz entre los estados italianos. Tres años más tarde, el Papa pidió al beato que redactase un "esquema" para el II Concilio Ecuménico de Lyon (1274). En el Concilio conoció Juan a Jerónimo de Ascoli (más tarde Nicolás IV), quien había cedido a san Buenaventura en el cargo de general de los franciscanos. Ambos escribieron juntos una carta a sus súbditos. Más tarde, la Santa Sede los envió como mediadores entre Felipe III de Francia y Alfonso X de Castilla. Ello no fue más que una continuación del oficio de pacificación en el que tanto se distinguió Juan de Vercelli. El beato fue uno de los primeros propagadores de la devoción al nombre de Jesús, que el Concilio de Lyon recomendó como acto de reparación por las blasfemias de los albigenses. El beato Gregorio X eligió particularmente a Juan de Vercelli como capitán de la Orden de Predicadores, para difundir esa devoción. El beato escribió inmediatamente a todos los provinciales. Filialmente se decidió que en todas las iglesias de los dominicos hubiese un altar dedicado al Santo Nombre de Jesús y que se formasen cofradías contra la blasfemia.
En 1278, el Maestro general envió a un visitador a Inglaterra, donde algunos frailes habían atacado la doctrina de santo Tomás de Aquino, muerto recientemente. El beato había nombrado al Doctor Angélico para ocupar la cátedra de Teología en París, ya que san Alberto Magno no quiso aceptarla. Dos años más tarde, Juan de Vercelli asistió a un capítulo general en Oxford. Como su predecesor, el beato Humberto de Romans, el beato se negó a aceptar la dignidad episcopal y un cargo en la curia romana. También renunció al cargo de General de la Orden, pero su renuncia no fue aceptada, de suerte que ejerció ese oficio hasta su muerte, ocurrida el 30 de noviembre en Monte Pesulano. Su culto fue aprobado en 1903 por san Pío X.
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