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Al verse sorprendido por los sucesos revolucionarios de julio, siguió la misma suerte de todos los salesianos de la casa de Carabanchel Alto, yendo finalmente, cuando salió de la Dirección General de Seguridad por segunda vez, a la pensión Nofuentes, situada en la calle Puebla, 17. De allí, reconocido como religioso, el día 1 de octubre de 1936, se lo llevaron definitivamente detenido junto con la dueña de la pensión, dos religiosas, las dos empleadas, y otros salesianos. En el coche que les esperaba en el portal para el “paseíto” solamente subieron don Carmelo, beato Juan de Mata y su primo beato Higinio de Mata. Los más probable es que los tres fueran conducidos directamente a un lugar –desconocido- donde los fusilaron.
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Don Mateo, igual que los demás salesianos de la comunidad, se vio sorprendido por las milicias en el asalto a la casa de Atocha. Alineado con otros hermanos de cara a la pared, bajo la amenaza de los fusiles, sacó serenamente su rosario y comenzó a rezar. Alguien se lo tachó de imprudencia, pero él replicó: “¿Por qué nos vamos a avergonzar de aparecer lo que somos?” Uno de los milicianos le instó amenazadoramente a que lo tirara, él se negó. “¡Qué importa que me maten! –dijo-, más pronto iré al cielo”. Y siguió rezando.
La llegada de los guardias de asalto procuró, como sabemos, la libertad a los salesianos. Don Mateo se dirigió entonces a la portería del domicilio de los condes de Plasencia, en la calle Juan Bravo, 32, donde estuvo refugiado durante quince días. Para no causar problemas a sus protectores se procuró después alojamiento en la calle Santa Isabel, 40, en casa de una cooperadora salesiana. También tuvo que marcharse de allí ante la manifiesta hostilidad de algunos vecinos del inmueble. Parece que el refugio de don Mateo, desde aquel momento, fue la pensión Loyola. Al menos, allí fue donde le detuvieron el día 1 de octubre de 1936. Al pedirle la documentación, don Mateo presentó unos libros religiosos. Su hablar lento y calmoso en el interrogatorio, sirvió a los milicianos para dictaminar: “Hasta en el habla se le conoce que es fraile”. Inmediatamente fue arrestado y conducido a la checa de Fomento. En ella se encontró con los salesianos detenidos en la pensión Nofuentes. Pero la suerte final de don Mateo permanece velada. Probablemente, fue fusilado el 2 de octubre de 1936.
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