Martirologio Romano: En Barcelona, España, beato Pedro Tarrés Claret, presbítero.
Al estallar la guerra civil, en 1936, se encontraba en el monasterio de Montserrat, consiguió que la Generalitat tutelase la integridad del monasterio del ataque de los anarquistas. Se refugió en Barcelona, llevando la comunión a escondidas a los perseguidos por los milicianos rojos y logró escapar de la persecución. En 1938 fue obligado a enrolarse en el ejército republicano como médico. Gracias a su entrega con los soldados consiguió el grado de capitán. Terminada la guerra fue ayudante de cátedra en Universidad de Barcelona.
Al término de la guerra fue ordenado sacerdote en 1942. Asumío el siguiente compromiso: “Un solo propósito, Señor: sacerdote santo, cueste lo que cueste”. En 1943, estudió en la universidad pontificia de Salamanca, donde se licenció en Teología. A su retorno a Barcelona fue nombrado en varios cargos pastorales con los jóvenes de Acción Católica y capellán de la comunidad y colegio de las Hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón.
En las distintas obras apostólicas que le encargaron no le faltaron dificultades que le hicieron sufrir, pero él supo responder con actitudes evangélicas de caridad, prudencia y fortaleza sembrando desde la cruz la tierra de su apostolado. Su labor fue en la Acción Católica, profesor de Moral y confesor en el seminario y en varias comunidades religiosas; en todas dejó una estela de caridad, prudencia y fortaleza evangélicas. En 1950 le realizaron una biopsia cuyo diagnótico fue linfosarcoma linfobiástico. Tarrés vivió su enfermedad con un total abandono en Dios y ofreciendo su vida por la santificación de los sacerdotes. Murió en la clínica que había fundado en Barcelona. Sus restos reposan en la iglesia parroquial de San Vicente de Sarriá. Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 5 de septiembre de 2004.
¡Saludos!
ResponderEliminarGracias por prestar atención a mi aviso.
Por su importancia, este aviso está subvencionado para que llegue a la persona adecuada.
Soy Ana María, de Tarragona, almirante jubilada, en cuidados intensivos por enfermedad.
Por esta enfermedad y por lo que revelan mis exámenes médicos, mi supervivencia es limitada.
Al no tener familia, mi padre eclesiástico y guía espiritual me recomienda dar mi herencia para obtener el favor divino por las actividades en las que me he involucrado durante mi carrera.
Para ello, deseo colocar a mi bichón Mila, que ha sido la alegría de mi vida durante los últimos años, con una familia, y una suma de 317.000 euros que, además de proporcionar los cuidados necesarios a Mila, se utilizará para ayudar a los niños pobres y a las personas sin hogar.
Para ayudarme a cumplir esta misión, me gustaría pedir a quien esté interesado que se ponga en contacto conmigo por correo electrónico para mantener una conversación franca y honesta.
Muchas gracias.
anamariajulio38@gmail.com