(Isadora).
Don de Isis. Fuerte don.
Su hagiografía está llena de sucesos milagrosos que la hacen poco creíble en el campo histórico y no nos ofrece información antes de su vida religiosa. Parece que era de buena familia y que se consagró al Señor en el monasterio de Tabenna, Egipto. Una vez admitida en el monasterio simuló que era idiota para poder entregarse mejor a un recogimiento absoluto, sin que la tuviesen como santa. Rechazó comer con sus cohermanas, se cubrió con trapos y se nutría sólo con el agua con el que lavaban los platos. A causa de sus acciones, sus compañeras comenzaron a despreciarla y a regañarla por cualquier pequeñez, sin que fueran capaces de hacerla cambiar de comportamiento.
Todas las hagiografías nos refieren que Isadora no se enfadó nunca, resignándose gozosa de ser juzgada como loca. La leyenda dice que Pitrim, un monje asceta del desierto, tuvo una visión en la que un ángel le ordenaba de ir al monasterio de Tabenna, y buscar a una monja que soportaba los insultos de sus hermanas sin lamentarse, acercándose con sus actos a la Pasión de Cristo. El monje se acercó al monasterio y no encontró a la religiosa, porque las monjas la tenían escondida a los visitantes con el pretexto de que estaba poseída del demonio. A pesar de esto, Isidora consiguió presentarse ante el monje y se arrodilló ante él, que como respuesta se postró en tierra y la pidió que lo bendijera. Ante las preguntas de las cohermanas, Pitrim relató su visión y les dijo: "Ojalá que todos nosotros tuviésemos la idiotez de esta mujer." e ”Isidora está en lo más alto, cercana a Dios, más que nosotros”. Después de estas palabras, según cuenta la hagiografía, las monjas le pidieron perdón por su comportamiento.
Todas las hagiografías nos refieren que Isadora no se enfadó nunca, resignándose gozosa de ser juzgada como loca. La leyenda dice que Pitrim, un monje asceta del desierto, tuvo una visión en la que un ángel le ordenaba de ir al monasterio de Tabenna, y buscar a una monja que soportaba los insultos de sus hermanas sin lamentarse, acercándose con sus actos a la Pasión de Cristo. El monje se acercó al monasterio y no encontró a la religiosa, porque las monjas la tenían escondida a los visitantes con el pretexto de que estaba poseída del demonio. A pesar de esto, Isidora consiguió presentarse ante el monje y se arrodilló ante él, que como respuesta se postró en tierra y la pidió que lo bendijera. Ante las preguntas de las cohermanas, Pitrim relató su visión y les dijo: "Ojalá que todos nosotros tuviésemos la idiotez de esta mujer." e ”Isidora está en lo más alto, cercana a Dios, más que nosotros”. Después de estas palabras, según cuenta la hagiografía, las monjas le pidieron perdón por su comportamiento.
Se cuenta que un gran número de peregrinos comenzó a llegar al monasterio para hablar con Isidora y ella para evitar recibir los honores del claustro huyó a un eremo solitario donde murió.
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