(fr.: Hilaire d’Arles).
Sonriente, alegre.
Martirologio Romano: En Arlés, en la región de Provenza, san Hilarío, obispo, que, después de llevar vida eremítica en Lérins, fue promovido, muy a su pesar, al episcopado, en donde trabajando con sus propias manos, vistiendo una sola túnica tanto en verano como en invierno y viajando a pie, manifestó a todos su amor por la pobreza. Entregado a la oración, los ayunos y las vigilias, y perseverando en una predicación continua, mostró la misericordia de Dios a los pecadores, acogió a los huérfanos y no dudó en destinar para la redención de los cautivos todos los objetos de plata que se conservaban en la basílica de la ciudad.
Nació en Lorena o Borgoña, cuando todavía era pagano ostentó altos cargos en la administración local. Su pariente y amigo, san Honorato de Arles, lo invitó a el monasterio recientemente fundado de Lerins, pero Hilario se resistió a abandonar la vida mundana y escribió: “Mi voluntad oscilaba en uno y otro sentido, consintiendo y rehusando”; hasta que reflexionando decidió hacerse monje en Lerins: allí Hilario recibió el bautismo e ingresó en la comunidad, después de haber vendido todos sus bienes y cedido el dinero a los pobres. Cuando san Honorato fue nombrado obispo de Arles, le llamó para que fuera su secretario.
Sucedió a Honorato como segundo abad de Lerins y en el 429, le volvió a suceder como obispo de Arles, cuando todavía no había cumplido los 30 años, no sin cierta resistencia por su parte para aceptar el episcopado, pero no abandonó nunca su vida monástica. Fue un obispo memorable, que solía recorrer su diócesis descalzo, aunque nevase, "que predicaba horas y horas a sabios e ignorantes, queriendo que todos compartiesen el tesoro de su fe, y que era compasivo y tierno con los pecadores, y duro hasta la denuncia pública y arriesgada con los potentados". Se distinguió por su amor a la pobreza y amor a los necesitados; proponía la palabra de Dios con gran destreza y eficacia. Animó al clero a llevar vida comunitaria.
Presidió varios sínodos, como el de Orange (441), como resultado del cual, por celo en su episcopado, llegó a entrar en conflicto con el papa san León I Magno; aunque después, este mismo pontífice le alabó en su muerte. La historia cuenta que depuso de su sede a un obispo llamado Celedonio, el cual apeló a Roma, y Roma le ordenó que le repusiera de nuevo; Hilario se negó, pero luego tuvo que admitirlo y buscar la reconciliación. También tuvo un problema por ordenar a un obispo de su provincia, ya que el anterior, Proyecto, estaba gravemente enfermo, al sanar Proyecto se encontraron dos obispo, entonces el papa san León, para evitar un cisma, ordenó a san Hilario, que no volviera a consagran a ningún otro obispo. Escribió "Epístola a san Eugenio" y "Vida de san Honesto". Ordenó sacerdote a san Román de Condat. Murió agotado por su trabajo y vida ascética.
Nació en Lorena o Borgoña, cuando todavía era pagano ostentó altos cargos en la administración local. Su pariente y amigo, san Honorato de Arles, lo invitó a el monasterio recientemente fundado de Lerins, pero Hilario se resistió a abandonar la vida mundana y escribió: “Mi voluntad oscilaba en uno y otro sentido, consintiendo y rehusando”; hasta que reflexionando decidió hacerse monje en Lerins: allí Hilario recibió el bautismo e ingresó en la comunidad, después de haber vendido todos sus bienes y cedido el dinero a los pobres. Cuando san Honorato fue nombrado obispo de Arles, le llamó para que fuera su secretario.
Sucedió a Honorato como segundo abad de Lerins y en el 429, le volvió a suceder como obispo de Arles, cuando todavía no había cumplido los 30 años, no sin cierta resistencia por su parte para aceptar el episcopado, pero no abandonó nunca su vida monástica. Fue un obispo memorable, que solía recorrer su diócesis descalzo, aunque nevase, "que predicaba horas y horas a sabios e ignorantes, queriendo que todos compartiesen el tesoro de su fe, y que era compasivo y tierno con los pecadores, y duro hasta la denuncia pública y arriesgada con los potentados". Se distinguió por su amor a la pobreza y amor a los necesitados; proponía la palabra de Dios con gran destreza y eficacia. Animó al clero a llevar vida comunitaria.
Presidió varios sínodos, como el de Orange (441), como resultado del cual, por celo en su episcopado, llegó a entrar en conflicto con el papa san León I Magno; aunque después, este mismo pontífice le alabó en su muerte. La historia cuenta que depuso de su sede a un obispo llamado Celedonio, el cual apeló a Roma, y Roma le ordenó que le repusiera de nuevo; Hilario se negó, pero luego tuvo que admitirlo y buscar la reconciliación. También tuvo un problema por ordenar a un obispo de su provincia, ya que el anterior, Proyecto, estaba gravemente enfermo, al sanar Proyecto se encontraron dos obispo, entonces el papa san León, para evitar un cisma, ordenó a san Hilario, que no volviera a consagran a ningún otro obispo. Escribió "Epístola a san Eugenio" y "Vida de san Honesto". Ordenó sacerdote a san Román de Condat. Murió agotado por su trabajo y vida ascética.
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