(Arsenio “el Romano”, Arsenio “el Diácono”).
Varón enérgico.
Nació en Roma en el seno de una familia senatorial. Recibió el diaconado de manos del papa san Dámaso. Tenía una gran preparación intelectual, por la cual el emperador Teodosio, en el 383, le nombró preceptor de sus hijos: Arcadio y Honorio. Llegó a Constantinopla en 383, y continuó como tutor de la familia real por once años. Durante los últimos tres, también tuvo a su cargo al hermano Honorio. Un día, llegando a ver como estaban los niños con sus estudios, Teodosio los encontró sentados, mientras Arsenio les hablaba de pié. Esto no lo llegó a tolerar, e hizo que los estudiantes se levantaran y que el maestro tomara asiento.
Una profunda crisis espiritual le hizo abandonarlo todo. A su arribo a la Corte, Arsenio había dado un espléndido recibimiento, y probablemente porque el emperador lo deseaba, vivió con gran pompa, pero todo el tiempo el sentía un creciente sentimiento sobre renunciar al mundo. El saqueo de Roma, por parte de Alarico, le hizo reflexionar sobre la caducidad del mundo. Se dice que una voz le dijo: "Huye de los hombres y te salvarás".
A partir de esto se embarcó secretamente para Alejandría, y rápidamente fue al desierto de Scete, pidiendo ser admitido entre los solitarios que vivían allí. San Juan "el Enano", a cuya celda fue conducido, aunque previamente se le advirtió de la calidad del visitante, no se dio por enterado de la llegada, y le dejó de pié mientras invitaba a los otros a tomar asiento a la mesa. Estando la comida a medio avanzar, lanzó un pedazo de pan ante Arsenio, indicándoles con aire de indiferencia de que lo tomara si quería. Arsenio tomó el pan, y lo comió sentado en el suelo. Satisfecho con esta prueba de humildad, san Juan lo mantuvo bajo su dirección. El nuevo solitario fue un ejemplo, aún cuando no retuvo ciertos viejos hábitos, tal como sentarse con una pierna cruzada o bien de colocar al estar acostado, un pié sobre el otro. Notando esto, el abad requirió que se imitara la postura de Arsenio en la siguiente junta, haciendo esto de manera pública. Arsenio tomó el mensaje de lo acontecido y se corrigió. Durante los cincuenta y cinco años de su vida solitaria, fue el más estricto de todos, castigándose a si mismo, por su anterior vanidad en el mundo. Entre ello se encontraba el haber usado perfumes en la Corte, para castigo, no cambiaba el agua en que humedecía las palmas con las cuales trabajaba en pequeños manteles, sino que la lanzaba hasta que finalmente estaba agotada. Era estricto en extremo.
Aún cuando participaba en labores manuales, no dejaba su aplicación en la oración. Todo el tiempo copiosas lágrimas de devoción brotaban de sus ojos y se dice que perdió hasta las pestañas de tanto llorar por el mundo. Pero lo que más le distinguió, fue su inclinación a que nada lo interrumpiera de su unión con Dios. Cuando, luego de gran búsqueda, su lugar de retiro fue encontrado, no sólo rechazó el regresar a la Corte, y ser el consejero de su ex alumno, el emperador Arcadio, sino tampoco aceptó ser alguien que podía relacionarse con los pobres y los monasterios de las vecindades. Invariablemente se negó a los visitantes, no importando el rango y condición de estos, y dejó a sus discípulos el cuidado de atenderlos. Sus contemporáneos lo admiraron tanto que le llegaron a nombrar como "El Grande".
En el 434, marchó a Tróade, donde estuvo diez años. Hacia el 444 se fue a la isla de Canopo, cercana a Alejandría, y desde allí, tres años después, volvió a Tróade donde murió. Es uno de los fundadores del monacato y de los llamados "padres del desierto".
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